Apabullante éxito. Esa es la impresión generalizada tras el vuelo inaugural del nuevo cohete Falcon Heavy de la empresa estadounidense SpaceX. Después de muchos años de retraso, lo que da una buena idea de la complejidad real de la idea original, la compañía de Elon Musk probó por primera vez el que ya es el vector más potente en servicio en todo el mundo.
Con una capacidad de unas 63 toneladas en órbita baja, que duplica a su rival más cercano, el Delta-IV Heavy, el nuevo cohete mide 70 metros de alto y está formado por un Falcon-9 mejorado y potenciado con dos aceleradores laterales, totalizando 27 motores. El empuje total al despegue se acerca más que ningún otro al del gigantesco Saturno-V lunar.
Como toda primera misión, siempre arriesgada, se evita situar en la cúspide del vehículo una carga valiosa. Lo más habitual es colocar una masa inerte, pero en esta ocasión, se decidió utilizar algo mucho más atractivo: el coche Tesla Roadster de Elon Musk, el fundador de la empresa.
El lanzamiento se produjo a las 20:45 UTC, desde la rampa 39A del centro espacial Kennedy. El cohete superó todas las etapas de ascenso sin problemas, incluyendo la separación de los aceleradores laterales (reutilizados de misiones anteriores), que aterrizaron simultáneamente a corta distancia del lugar de despegue, ofreciendo espectaculares imágenes. En cuanto a la etapa central, que debía ser recuperada en alta mar, cayó sin embargo al agua. La maniobra no se desarrolló conforme a lo previsto, por escasos metros, teniendo en cuenta que descendió más rápido de lo habitual.
Una vez separado el carenado, empezaron a llegar las imágenes de la carga útil, el Roadster, con un maniquí a los mandos vestido con un traje espacial. El coche quedó situado en una órbita baja que minutos después fue modificada para demostrar el uso de la segunda etapa del cohete para inyectar directamente un satélite en órbita geoestacionaria. El tercer y último encendido sirvió para acelerar y situar al coche en una ruta heliocéntrica alrededor del Sol. Cruzará la órbita de Marte (no se acercará a él) y penetrará en el cinturón de asteroides, en una trayectoria en la que permanecerá de forma indefinida.
El Roadster transportó también una copia de varios libros de Isaac Asimov, así como un disco con los nombres de los más de 6.000 trabajadores de la empresa SpaceX que han participado en el programa. El coche pesó unos 1.300 kg al despegue. Su cohete podría, en todo caso, enviar casi 17 toneladas hacia Marte. Podría enviar también 3,5 toneladas hacia Plutón. Todo ello con un coste por misión de unos 90 millones de dólares.
Si todo va bien, se lanzarán otros dos Falcon Heavy este año, uno para una misión militar de prueba (STP-2) y otra para enviar al espacio un satélite de comunicaciones llamado Arabasat-6A.