Aunque Steve, un peculiar halo de luz púrpura en el cielo nocturno, fue descubierto en 2016, gracias a la misión Swarm de la ESA ahora podemos saber más sobre este curioso fenómeno de la aurora.
Los cazadores de auroras llevan algún tiempo dándole vueltas a este pintoresco juego de luces, que parece una aurora normal… pero no lo es.
Los investigadores se toparon por primera vez con el fenómeno cuando miembros del grupo de Facebook Alberta Aurora Chasers comenzaron a colgar fotos de unos curiosos trazos púrpura en el cielo nocturno.
Desde que el fenómeno comenzó a acaparar titulares, los científicos están intentando averiguar de qué se trata exactamente. Y a pesar de tener un nombre bastante común, parece que Steve es complicado.
Un equipo liderado por la astrofísica de la NASA Elizabeth MacDonald ha empleado información procedente de los satélites Swarm de la ESA, que estudian el campo magnético, para publicar un artículo en Science Advances que arroja cierta luz sobre el misterio de Steve.
Las auroras se forman cuando nuestro campo magnético guía las partículas atómicas y la energía del viento solar alrededor de la Tierra y hacia los polos norte y sur. Cuando estas partículas chocan con los átomos y moléculas de la atmósfera superior, aparecen en el cielo las conocidas ondas de luminosa luz verde de las auroras boreales y las auroras australes.
El estudio muestra que, aunque Steve puede aparecer al mismo tiempo que una aurora, se trata de un fenómeno muy distinto.
Las auroras suelen ser verdes, azules y rojizas, y pueden durar horas. En cambio, Steve es una banda púrpura que permanece en el cielo relativamente poco tiempo.
Aunque el proceso general que da lugar a Steve es el mismo que el de las auroras, pasa por distintas líneas del campo magnético, por lo que puede aparecer a latitudes mucho menores, donde la alineación de los campos eléctricos y magnéticos globales hace que los iones y los electrones fluyan rápidamente en sentido este-oeste, calentándose durante el proceso.
Las mediciones de Swarm muestran que, efectivamente, Steve comprende una corriente muy rápida de partículas atómicas extremadamente calientes, denominada deriva de iones subauroral.
Da la casualidad de que los científicos conocen esta deriva desde hace décadas, pero no sabían que tuviera un efecto visual.
Como comenta Elizabeth: “Steve puede ayudarnos a comprender cómo los procesos físicoquímicos de nuestra alta atmósfera en ocasiones pueden tener efectos apreciables en partes más bajas de la atmósfera”.
“Esto nos ofrece una buena perspectiva de cómo el sistema terrestre funciona en su conjunto”.
En cuanto ‘Steve’, se trata del nombre que le dieron los científicos ciudadanos y parece que será el definitivo. Además, como suele ser costumbre en el mundillo, ya se le ha asignado un acrónimo: Strong Thermal Emission Velocity Enhancement (Fuerte Mejora de la Velocidad de Emisión Térmica).
Rune Floberghagen, responsable de la misión Swarm de la ESA, apunta: “Aunque algunos de los mejores científicos en el campo de la meteorología espacial ya están estudiando a Steve, sigue siendo un excelente ejemplo de ciencia ciudadana, sin la cual podría haber pasado inadvertido”.
“Una vez más, la misión Swarm ha ayudado a avanzar en nuestros conocimientos de cómo interactúan el Sol y la Tierra”. (Fuente: ESA)