Unos ingenieros han construido un dispositivo de emisión de luz brillante que tiene un grosor de milímetros y que es completamente transparente cuando se le apaga. El material emisor de luz en este aparato es un semiconductor monocapa, que tiene apenas tres átomos de grosor. Los materiales de esta clase son tan delgados y flexibles que el dispositivo puede hacerse transparente y adaptado a superficies curvas.
Al mismo tiempo, esta innovación abre el camino hacia el desarrollo de pantallas invisibles en paredes y ventanas (pantallas que serían brillantes cuando se encendieran pero que permitirían ver a través de ellas cuando estuvieran apagadas) o hacia aplicaciones todavía más futuristas, como por ejemplo tatuajes emisores de luz.
Este avance es obra del equipo de Der-Hsien Lien, Matin Amani y Sujay Desai, de la Universidad de California en la ciudad estadounidense de Berkeley. El dispositivo fue desarrollado en el laboratorio de Ali Javey, profesor de Ingeniería Electrónica y Ciencias de la Computación en dicha universidad. En 2015, el laboratorio de Javey hizo públicos los resultados de una investigación en la que se comprobó la capacidad de emitir luz muy brillante en semiconductores monocapa, pero los científicos no llegaron a construir el aparato emisor de luz. La nueva investigación, cuyos resultados se han presentado ahora, permite superar los impedimentos que habían obstaculizado muchos usos de tecnología LED sobre semiconductores monocapa, permitiendo que tales aparatos puedan ver ampliada su escala desde tamaños más pequeños que el grosor de un cabello humano hasta tamaños de varios milímetros. Eso significa que los investigadores pueden mantener pequeño el grosor, pero hacer las dimensiones laterales (anchura y longitud) grandes, de manera que la luminosidad pueda ser alta.
Los investigadores han demostrado que con la nueva tecnología se pueden usar al menos cuatro materiales monocapa diferentes, todos los cuales emiten colores distintos de luz.
El primer dispositivo de este tipo es de demostración, y todavía queda mucho trabajo por delante, sobre todo en la mejora de la eficiencia, pero el camino ya está abierto.
El concepto podría ser aplicable a otros dispositivos y otras clases de materiales, y tener algún día aplicaciones en campos en los que emplear pantallas invisibles sea algo justificado. Una forma previsible que adoptaría la nueva tecnología es la de una pantalla con un grosor de pocos átomos impresa en un muro o incluso en la piel humana.
Fuente:noticiasdelaciencia