Un equipo internacional liderado desde el Laboratorio de Astrofísica de Marsella (CNRS, Francia) descubrió que el planeta K2 229 b, a 340 años luz del Sistema Solar, tiene de un tamaño similar a la Tierra y la misma densidad que Mercurio, lo que aporta una pista para resolver un misterio para los astrónomos: por qué Mercurio tiene la composición que tiene y cuál es el origen de este planeta que es uno de los menos conocidos en nuestro Sistema Solar.
El descubrimiento, publicado en Nature Astronomy, liderado por desde el Laboratorio de Astrofísica de Marsella, del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), Francia, por los científicos Alexandre Santerne y Bastien Brugger, evidenció que la masa de este exoplaneta -fuera del Sistema Solar- es mayor que la de la Tierra, pero en un radio mucho menor, es decir, mucho más denso.
Rodrigo Díaz, investigador adjunto del Consejo en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE, CONICET-UBA) (Argentina), participó de la investigación realizando análisis estadísticos de la información que arrojó el satélite Kepler de la NASA (Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de los Estados Unidos) y el espectrógrafo HARPS del ESO.
Para medir el radio del planeta, los científicos, explica Díaz, se valieron de las variaciones de brillo de su estrella captadas por Kepler, cuando el planeta pasa por delante, lo que se conoce como un tránsito planetario.
Por otro lado, la velocidad de la estrella es afectada por la masa del planeta que la orbita, por lo que para calcular la masa de este mellizo de Mercurio, se tomaron las mediciones desde el observatorio del European Southern Observatory, en La Silla, de Chile. “Allí contamos con instrumentos muy precisos para esta medición, como HARPS, (High Accuracy Radial velocity Planet Searcher o Buscador de Planetas con Velocidad Radial de Alta Precisión), que permite medir la velocidad de la estrella con una precisión de 1 metro por segundo (para no repetir “precisión”). Entonces, combinando la fotometría y las mediciones de la velocidad de la estrella, obtenemos la densidad del planeta.”
En el Sistema Solar, hay dos grupos: Los Gigantes Externos, Saturno Júpiter, Neptuno, Urano y los internos rocosos que, a su vez, se dividen en dos grupos: Marte, Tierra y Venus, por un lado y Mercurio por el otro, explica Díaz. “¿Cuál es la diferencia? Que los planetas del primer grupo tienen densidades parecidas, por lo que podemos suponer que tienen una composición similar, y que la fracción de masa de sus núcleos es similar -cerca del 30 por ciento-. Ahora en el caso de Mercurio su núcleo constituye el 70% de su masa total”, cuenta.
Además, sabiendo que los planetas se forman del mismo material que la estrella que orbitan, los científicos pueden predecir la composición que esperaría de cada uno.
Esto funciona para los planetas como Venus y la Tierra, pero no para el planeta más interno del sistema solar.
“La composición de Mercurio, por su alto contenido fraccional de hierro, el material que forma el núcleo, no puede explicarse a partir del material del que se formó. Existen varias hipótesis acerca de cómo podría haber perdido parte de su manto rocoso, para terminar con la composición con la que se lo observa actualmente. Sin embargo, este mecanismo es un debate actual.”
Estas diferencias entre los planetas rocosos y Mercurio, podrían dilucidarse con este descubrimiento sobre K2 229, que ayudaría a comprender el porqué de su composición y a entender mejor el origen de nuestro Sistema Solar. (Fuente: CONICET/DICYT)