En un estudio realizado con más de 2.000 voluntarios en cinco hospitales del estado de São Paulo, en Brasil, el uso de metformina –uno de los medicamentos antidiabéticos más prescritos en el mundo– quedó asociado a una disminución del riesgo de padecer cáncer de cabeza y cuello.

 

La disminución fue más acentuada, de alrededor del 60%, entre los voluntarios considerados de alto riesgo para la enfermedad: aquéllos que consumían más de 40 gramos de alcohol por día (el equivalente a tres latas de cerveza) y más de 40 atados de cigarrillos por año.

 

Victor Wünsch Filho, docente de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (FSP-USP), dio a conocer estos datos en el congreso “Next Frontiers to Cure Cancer”, organizado por el A.C. Camargo Cancer Center, una institución brasileña con sede en São Paulo.

 

“En estudios anteriores ya había quedado demostrada una asociación entre la diabetes, el uso de metformina y una merma en el riesgo de otros tipos de cáncer: de pulmón, de colon y de páncreas. Pero en el caso de los tumores de cabeza y cuello, los datos existentes en la literatura científica eran sumamente contradictorios. Por eso decidimos investigar mejor”, comentó Wünsch.

 

El estudio de casos y controles se realizó durante el doctorado de Rejane Figueiredo, como parte del proyecto Gencapo – Genoma del Cáncer de Cabeza y Cuello, que a reúne científicos de diversas instituciones brasileñas y que cuenta con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo (FAPESP).

 

Los resultados salieron publicados en la revista Oral Oncology.

 

 

En total se incluyeron 1.021 portadores de cáncer de cabeza y cuello, un conjunto heterogéneo de tumores que afecta lugares tales como la cavidad bucal (labios, lengua, piso de la boca o paladar), los senos nasales, la faringe y la laringe, además de las glándulas, los vasos sanguíneos, los músculos y los nervios de la región.

 

Más prevalente en los países en desarrollo, representa el 9º tipo de cáncer más común en el mundo, con 700 mil nuevos casos anuales, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de Salud (OMS). Aún se considera al tabaco y el alcohol como los principales factores de riesgo, aunque se ha incrementado en los últimos años la cantidad de casos asociados a la infección por el virus del papiloma humano (VPH), fundamentalmente entre los pacientes más jóvenes.

 

En la investigación, los portadores de la enfermedad quedaron divididos en cinco subgrupos: cavidad oral, orofaringe, hipofaringe, laringe y orofaringe/ hipofaringe no especificado.

 

En tanto, en el grupo de control quedaron incluidos 1.063 participantes sin la enfermedad, seleccionados entre personas que visitaban a los pacientes internados en el hospital o que estaban en el servicio de salud para atenderse ambulatoriamente con relación a afecciones no vinculadas con el cáncer, tales como enfermedades de piel, de tracto urinario, fracturas o problemas oftalmológicos, por ejemplo.

 

“Excluimos a aquéllos que padecían enfermedades asociadas al uso de alcohol y tabaco y también a los visitantes de los pacientes con cáncer de cabeza y cuello, dada la gran probabilidad de que estuvieran expuestos a los mismos factores de riesgo que los afectados, lo cual podría sesgar los resultados”, explicó el investigador.

 

Todos los participantes contestaron un cuestionario con datos sobre el perfil sociodemográfico, el estilo de vida (el consumo de cigarrillos y alcohol, entre otros factores) y las condiciones de salud (si eran portadores de diabetes, si hacían uso de metformina y si tenían historial familiar de cáncer, entre otros). También se extrajeron muestras de sangre que, en este estudio, se utilizaron para aplicar la prueba de hemoglobina glucosilada, uno de los más precisos para diagnosticar la diabetes.

 

“Cruzamos la información de los cuestionarios, de las historias clínicas y de los análisis de sangre para realizar los análisis estadísticos, y ésa fue una de los diferencias de este estudio. Si hubiésemos considerado como diabéticos solamente a los que se presentaban como tales, la cantidad sería mucho menor”, comentó Wünsch.

 

Los participantes con diabetes quedaron después subdivididos entre los que hacían o no hacían uso de metformina. “Consideramos en el grupo de metformina solamente a los pacientes con historia clínica en la cual figuraba la información sobre el uso del fármaco. Por ende, quedaron afuera en ese apartado los voluntarios que estaban en el hospital únicamente como visitantes”, explicó.

 

En los análisis que contemplaron el uso de metformina se incluyeron 1.021 casos (pacientes con cáncer de cabeza y cuello) y 587 personas como grupo de control hospitalario.

 

Análisis estadísticos han demostrado que en el grupo de los casos de cáncer el porcentaje de fumadores (el 68,0%) y bebedores (el 53,6%) fue mucho mayor que en el grupo de control (el 16,3% y el 43,5% respectivamente). En total, se confirmó que 359 participantes eran portadores de diabetes, de los cuales 150 (el 14,7%) entre los portadores de cáncer y 209 (el 19,7%) entre los del grupo de control.

 

El diagnóstico de diabetes fue inversamente asociado al cáncer de cabeza y cuello tanto en varones como en mujeres y en todos los subtipos de la enfermedad contemplados en el estudio. Con todo, la disminución del riesgo fue estadísticamente significativa solamente en el sexo masculino (un 32% menor) y en el cáncer de faringe (un riesgo un 57% menor).

 

En general, los individuos con diabetes que utilizaban metformina presentaron un riesgo un 46% menor de padecer cáncer de cabeza y cuello cuando se los comparó con los participantes sin diabetes. Entre los individuos con diabetes que no hacían uso de metformina no se evidenció estadísticamente una disminución del riesgo.

 

Entre las personas con alto consumo de tabaco y alcohol, aquéllas que eran portadoras de diabetes y utilizaban metformina presentaban un 69% menos de probabilidades de padecer cáncer que los individuos sin diabetes.

 

“Inicialmente pensamos en investigar tan sólo la asociación entre el cáncer de cabeza y cuello y la diabetes. La idea de incluir la metformina surgió cuando participé en un congreso sobre cáncer y metabolismo, en el cual pude percatarme acerca de la importancia de este medicamento. De manera sencilla, puede decirse que el mismo activa una enzima llamada AMPK [proteína cinasa activada por AMP], que puede inhibir la proliferación celular”, comentó Figueiredo.

 

Estos hallazgos, sostuvo la investigadora, indican la necesidad de llevar a adelante estudios más profundos sobre la acción de la metformina en el cáncer de cabeza y cuello.

 

“Es necesario intentar entender mejor el mecanismo de protección, el tiempo de uso y la dosificación de la droga mediante estudios específicos. Sólo así podremos evaluar si es factible utilizarla en la quimioprevención de la enfermedad o para prolongar a vida de los pacientes con cáncer”, dijo.

 

Según Wünsch, hasta el momento sólo ha sido posible evaluar el efecto de la metformina asociado a la diabetes, ya que los portadores de esta enfermedad son los principales usuarios del medicamento.

 

“Pero existen evidencias de que este fármaco tiene un efecto protector importante por sí solo, y habrá que empezar estudiarlo en la profilaxis del cáncer y también en su tratamiento. Se trata una droga barata y con pocos efectos colaterales, por eso puede ser sumamente interesante”, dijo el investigador. (Fuente: AGÊNCIA FAPESP/DICYT)

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