Si hay una sustancia del organismo que pasa totalmente desapercibida es la saliva. Solo pensamos en ella cuando vemos un alimento y se nos hace la boca agua, al practicar ejercicio o al hablar en público, que sentimos cómo nos falta.
No es el caso de los pacientes con cáncer de cuello y cabeza. Tras la radioterapia, el 60% registra hiposalivación, una disminución o falta de segregación del fluido porque la radiación les ha dañado las glándulas que lo segregan. Vivir sin saliva es un martirio. “Intenta comerte un polvorón si no tuvieras saliva”, reta Javier Montero, profesor del departamento de Cirugía de la Universidad de Salamanca (España).
Los tratamientos actuales se limitan a intentar aliviar los síntomas, con salivas artificiales que mejoran la lubricación, estimulantes y preparados para intentar proteger la mucosa, como resume a Sinc Miquel Quer i Agustí, presidente de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC). Por eso, la compañera inseparable de estos pacientes es la botella de agua.
“En numerosas ocasiones los tratamientos no son efectivos, pues nos enfrentamos a personas que presentan una xerostomía irreversible –sensación de boca seca–, como en la producida por la radioterapia de cabeza y cuello”, afirma a Sinc Gerardo Gómez-Moreno, catedrático de Odontología de la Universidad de Granada.
Pero la situación podría cambiar en el futuro. Diferentes investigaciones han revelado la presencia de células madre en el tejido de las glándulas salivales, lo que abre la puerta a la generación de nuevos tejidos para sustituir los dañados. Es lo que se conoce como medicina regenerativa.
La saliva supone la primera fase de la digestión. Sus enzimas son fundamentales en la masticación y deglución, al provocar que los alimentos avancen parcialmente descompuestos a la siguiente etapa del proceso digestivo.
También hidrata las papilas gustativas de la lengua –que nos permiten saborear los alimentos–, es necesaria para hablar y nos protege de infecciones bacterianas. “Cuando no hay saliva lo normal es que aparezcan más caries”, señala Montero a Sinc.
La falta de esta sustancia repercute en la calidad de vida. Además de problemas bucodentales, quienes no la segregan presentan serios problemas alimenticios, pues descartan determinadas comidas ante la imposibilidad de masticarlas y tragarlas. La consecuencia de la falta de salivación es la sensación de boca seca o xerostomía.
Aunque la cavidad bucal está llena de cientos de glándulas salivales, más del 90% de la saliva proviene de tres pares: las parótidas, las submandibulares y las sublinguales. Estas glándulas, a su vez, contienen células acinares y ductales.
“Las acinares secretan el líquido que forma la saliva, mientras que las ductales modifican su composición y forman una red que la transporta a la cavidad oral”, explica a Sinc Swati Pradhan-Bhatt, directora de Ingeniería de Tejidos en el Centro de Investigación Transnacional del Cáncer de la Universidad de Delaware (EE UU).
En 2005, cuando Pradhan-Bhatt era una estudiante de posgrado, se unió a un equipo de investigadores que le propusieron un reto: descubrir cómo producir células acinares. La tarea no era fácil. Otros grupos habían fallado en sus intentos de aislarlas del tejido salival y que crecieran correctamente fuera de la boca.
Pero el trabajo de la joven dio sus frutos. En línea con otros estudios, confirmó que el tejido de la glándula salival contenía células madre, lo que significa que, bajo las condiciones adecuadas, estas podrían producir todos los tipos celulares necesarios para formar una glándula, incluidas las células acinares, responsables de la secreción del fluido.
“Incluso en adultos, las glándulas contienen células madre que permiten que la glándula se regenere en cierta medida”, indica a Sinc Mary C. Farach-Carson, directora de Investigación Clínica y Transnacional en la facultad de Odontología de UTHealth-Houston (EE UU).
Las dos investigadoras y el resto del equipo han desarrollado un sistema 3D en hidrogel –un tipo de polímero biocompatible– para cultivar células acinares capaces de secretar saliva. La diferencia respecto a otros grupos es que han ido más allá de los modelos de células de ratón que se prueban en roedores; han conseguido un modelo de células madre humanas, tal y como se publica en la revista Stem Cells Translational Medicine.
“Estamos buscando financiación para instalar nuestro tejido salival en 3D en modelos animales. Hasta ahora sabemos que nuestras células permanecen vivas después de implantarlas durante un mes en ratas”, detalla Farach-Carson.
A juicio de Robert P. Coppes, investigador del departamento de Radicación Oncológica del Centro Médico Universitario Groninga (Países Bajos), lo más difícil a la hora de regenerar glándulas salivales dañadas es obtener y cultivar un número suficiente de células madre en un entorno con garantías de calidad.
En paralelo a la regeneración de tejidos, los científicos están estudiando si es posible que en los pacientes oncológicos de cabeza y cuello no se radien ciertas zonas, para no dañar precisamente estas células madre.
Coppes y su equipo descubrieron que en ratones, ratas y humanos estas células se ubicaban en la región de la glándula parótida que contiene los conductos principales. El estudio, publicado en la revista Science Translational Medicine, reveló que cuando la radiación llegaba a esa zona, las ratas sufrían un descenso de la producción de saliva.
Además, en un grupo de pacientes con cáncer de cabeza y cuello tratados con radioterapia, los autores demostraron que su fabricación salival podía predecirse en función de la dosis aplicada en esa región de la glándula.
“No solo queremos ser capaces de predecir sino también de evitar esa región de radiación”, subraya a Sinc Peter van Luijk, investigador del Centro Médico Universitario Groninga y coautor del trabajo. En 2013 los científicos iniciaron un ensayo clínico. En la prueba, a unos pacientes se les ha radiado lo mínimo la región que contiene las células madre y a otros se les ha aplicado el tratamiento convencional.
“Con las tecnologías más modernas de radioterapia es posible, en casos seleccionados y siempre que la eficacia para tratar el tumor lo permita, evitar radiar alguna glándula salival o reducir las dosis sobre ellas”, asegura el presidente de la SEORL-CCC. El médico recuerda que esta política de prevención ya está en la práctica clínica actual, aunque no es factible en todos los casos.
Incluso si esa zona se tuviera que radiar, los científicos plantean preservar las células madre de la glándula antes de las sesiones, para poder cultivarlas después y generar un autoinjerto del paciente.
Los especialistas confían en que los modelos avancen y se empiecen a probar en personas, aunque para eso todavía falta tiempo. “El modelo de autoinjerto y el gran conocimiento que se ha generado en los últimos años respecto a las células madre y la regeneración de diferentes tejidos ayudará a que disminuyan los plazos”, alienta Gómez-Moreno.
Las personas mayores presentan un descenso de la salivación ligado a la edad. “De forma fisiológica, hay una producción menor de saliva a medida que pasa el tiempo”, comenta Montero. Se calcula que el 30% de los mayores de 65 años sufren xerostomía.
Junto a los ancianos y a los pacientes con cáncer de cuello o cabeza, quienes consumen determinados fármacos también pueden ver anuladas sus glándulas salivales aunque, en este caso, no es un proceso irreversible.
Medicamentos para tratar la depresión, la diabetes, la epilepsia o la tensión alta pueden tener este efecto secundario. “El estímulo hormonal que activa la salivación está bloqueado pero cuando el paciente deja de tomar la medicación, vuelve a salivar”, aclara el profesor de la Universidad de Salamanca.
Las personas que sufren el síndrome de Sjögren, una enfermedad autoinmune reumática que afecta a las glándulas salivales y lagrimales, también registran falta de salivación. (Fuente: SINC/Laura Chaparro)