Un trabajo de investigación llevado a cabo por un equipo internacional de investigadores liderado por Agustín Sánchez Lavega, catedrático de Física de la UPV/EHU (España) y premio Euskadi de investigación 2016, exhibe la existencia de una rica diversidad de fenómenos atmosféricos confinados en el interior de la Mancha por los intensos vientos huracanados que circulan por su periferia con velocidades de unos 450 km/hora.

 

La revista Astronomical Journal ha publicado el trabajo y lo ha seleccionado en sus noticias destacadas por la Sociedad Americana de Astronomía. La Gran Mancha Roja de Júpiter, un inmenso y longevo torbellino ovalado de 20.000 km de tamaño, es quizás uno de los fenómenos atmosféricos más populares del sistema solar, contiene según el estudio, cúmulos de tormentas arracimados producidos por la condensación del vapor de amoniaco, estrechas ondas de gravedad semejantes a las que se forman en la Tierra cuando el viento sopla sobre la cumbre de las montañas. Sin embargo, en su zona central reina la calma y las nubes se desplazan rotando en sentido contrario con velocidades máximas de tan solo 25 km/hora.

 

“Estos fenómenos están confinados en una delgada capa de tan solo unos 50 km de espesor, que representa el techo de nubes de la Mancha, mientras que ella se extiende en profundidad probablemente unos cientos de kilómetros”, comentan los investigadores, valiéndose de las imágenes tomadas por JunoCam tras su cercano paso por la Gran Mancha Roja. Estos y otros aspectos de este fenómeno están en el punto de mira de las investigaciones que la misión Juno llevará adelante los próximos años.

 

 

La Gran Mancha Roja, observada por primera vez con seguridad hace unos 150 años, destaca al telescopio por su color rojizo frente a las nubes blancas, amarillentas y ocres del resto el planeta. A pesar de los numerosos estudios que se han realizado sobre este fenómeno, su naturaleza representa todo un desafío para los meteorólogos planetarios.

 

La misión espacial Juno de la NASA lanzada con el propósito de estudiar la atmósfera profunda de Júpiter, el interior del planeta y su complejo campo magnético, entró en órbita en julio de 2016. Entre los instrumentos científicos que lleva a bordo hay una cámara, llamada JunoCam, destinada a tomar imágenes del planeta con el propósito de efectuar divulgación y fomentar la participación ciudadana en la ciencia. Las primeras imágenes enviadas desde la cercanía de Júpiter sugerían el potencial uso científico de la cámara ya que mostraban detalles de la atmósfera de unos 7 km, una resolución nunca antes alcanzada.

 

Además, en otro trabajo del Grupo de Ciencias Planetarias liderado por Ricardo Hueso, se presenta un estudio de los impactos de bólidos en la atmósfera de Júpiter detectados en los últimos años por astrónomos aficionados de todo el mundo. Entre los años 2010 y 2017 se capturaron 5 flashes de luz de apenas 1 segundo de duración producidos por cuerpos de entre 5 y 20 m de tamaño. Los cálculos indican que entre 10 y 65 impactos por objetos de este tamaño pueden ocurrir al año en Júpiter si bien su detección se hace complicada debido a lo corto de su duración.

 

De este trabajo se ha hecho eco la revista Nature en su sección Research Highlight del pasado 4 de octubre. (Fuente: UPV/EHU)

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