Hace dos décadas, el moldeado era considerado la única forma rentable de fabricar productos en masa. Hoy en día, las impresoras 3D para metal son un digno competidor de los métodos metalúrgicos. Las impresoras 3D tienen la oportunidad de reemplazar en el futuro los métodos tradicionales de producción metalúrgica. La impresión 3D proporciona toda una serie de ventajas, desde la creación de diseños más complicados hasta un coste más barato de la tecnología.
Actualmente, existen varias tecnologías que se emplean para imprimir metal. Las dos principales implican la superposición paulatina, capa a capa, de una “tinta” de polvo metálico, para construir con volumen la figura deseada, y utilizan un potente haz láser (hasta 500 vatios).
El titanio es el metal óptimo con el que fabricar productos en diversos campos industriales, pero sin embargo no se puede utilizar en impresión 3D debido al peligro de incendio y explosión de los polvos.
El aluminio es una alternativa, siendo ligero y moldeable. Sin embargo, por sí solo no es lo bastante robusto.
El equipo de Alexander Gromov, de la Universidad Nacional rusa de Ciencia y Tecnología (MISiS) en Moscú, ha ideado una técnica para robustecer al aluminio en la impresión 3D del mismo.
La nueva técnica es capaz de aumentar al doble la fortaleza de los materiales compuestos obtenidos por impresión 3D a partir de polvo de aluminio, así como de mejorar las características de estos productos, haciéndolas parecidas en diversos aspectos a las de las aleaciones de titanio.