Para estudiar cómo en la primera infancia se coordinan los gestos con los elementos vocales, un equipo de psicólogas de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) (España) observó las conductas comunicativas de diez niñas y niños, desde que tenían 9 meses hasta que cumplieron los 18 meses de edad.
La investigación se basa en una perspectiva que considera que los componentes gestuales y motores son una parte integrante del sistema lingüístico, y que las habilidades comunicativas emergen en un sistema complejo en el que no solo debe considerarse la conducta verbal articulada.
“Identificamos todas las conductas comunicativas y analizamos las que eran multimodales, es decir, las que incluían gestos y vocalizaciones. Después analizamos cómo determinadas características de estas conductas cambiaban según los niños y niñas van creciendo y van desarrollando formas de comunicación más complejas. Por una parte, medimos la duración total de las conductas comunicativas. Además, medimos el grado en que los elementos de distintas modalidades, gestuales y vocales, se solapaban en el tiempo”, explican las autoras.
El trabajo también analizó la sincronía entre las partes prominentes del gesto (el punto en el que el gesto se expresa en su máxima extensión) y del componente verbal (el punto de tono máximo), ya que en el lenguaje adulto las partes prominentes de ambos elementos aparecen sincronizadas.
“Encontramos que, según van siendo mayores, las conductas comunicativas multimodales son más cortas y los elementos que las componen se solapan más en el tiempo. Esto significa que los elementos que componen las conductas comunicativas están cada vez más coordinados y la comunicación es más eficiente”, aseguran las investigadoras.
El trabajo, publicado en Journal of Speech, Language, and Hearing Research, expone además que la sincronía también aumenta según los niños van siendo mayores cuando se consideran las partes prominentes del gesto y de las vocalizaciones.
“Esto significa que desde muy temprano las niñas y los niños aprenden a integrar diferentes elementos comunicativos cuando quieren transmitir algo a otra persona”, detallan Eva Murillo y Marta Casla.
“Estas medidas de sincronía –agregan– estaban relacionadas con medidas independientes de desarrollo del vocabulario posterior, es decir, con el número de palabras que sabe decir el niño o niña. Esto implica que los que son más hábiles a la hora de coordinar los diferentes elementos comunicativos son posteriormente capaces de usar más palabras distintas”
Lo anterior es importante porque destaca la relevancia de considerar en el desarrollo del lenguaje no solo los elementos verbales (si un niño habla o no, si ya sabe decir palabras o no) sino también los gestos y cómo se coordinan ambos elementos. “El desarrollo de esta línea de investigación nos permitirá conocer qué elementos en el desarrollo comunicativo temprano predicen el desarrollo posterior, de manera que podamos detectar de forma muy temprana cualquier posible dificultad o alteración”, concluyen las autoras. (Fuente: Universidad Autónoma de Madrid)