Tanto los varones como las mujeres con acumulación excesiva de grasa en la zona abdominal están expuestos a un mayor riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares. Ésta es la advertencia que formulan desde hace años los expertos del área de la Salud. Pero no solamente quienes padecen la denominada obesidad abdominal se encuentran en peligro.
En el marco de un nuevo estudio, se ha verificado que las personas físicamente activas y sin sobrepeso, pero que exhiben valores de la relación cintura-estatura (RCE) cercanos al umbral de riesgo, también están sujetas a una mayor probabilidad de desarrollar trastornos cardíacos en comparación con aquellas personas que exhiben menores valores de RCE.
Este trabajo estuvo a cargo de científicos de la Universidade Estadual Paulista – Unesp (en sus campus de las localidades de Presidente Prudente y Marília, en Brasil), en colaboración con pares de la Oxford Brookes University, en Inglaterra. El estudio, fruto de un proyecto de investigación que contó con el apoyo de la FAPESP – Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo, salió publicado en la revista Scientific Reports.
“Observamos que personas sanas y activas físicamente, sin sobrepeso ni historial de enfermedades metabólicas o cardiovasculares, pero con valores de RCE cercanos al límite del factor de riesgo, también exhiben mayores probabilidades de desarrollar trastornos cardíacos en comparación con aquéllas que presentan una menor acumulación de grasa en la zona de la cintura”, declaró Vitor Engrácia Valenti, docente de la Unesp de Marília y coordinador de la investigación.
Según Valenti, estudios recientes sugieren que la RCE –que se obtiene al dividir la medida de la circunferencia de la cintura por la estatura– suministra una información más precisa acerca de los riesgos cardiovasculares que el Índice de Masa Corporal (IMC), con el cual se evalúa la distribución de grasa en el cuerpo.
Con base en esta constatación, los científicos decidieron investigar si la recuperación del control autonómico de la frecuencia cardíaca tras la realización de ejercicios físicos es distinta entre hombres sanos con distintos valores de RCE. Para ello dividieron en tres grupos a 52 varones con edades entre 18 y 30 años, sanos y activos físicamente, de acuerdo con los valores de RCE.
El primer grupo estuvo compuesto por varones con un menor porcentaje de grasa corporal y con RCE ubicada entre 0,40 y 0,449, por debajo del umbral de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. El segundo grupo estuvo conformado por hombres con RCE entre 0,45 y 0,50, cerca del umbral de riesgo. Y el tercer grupo, por varones con RCE por encima del límite de riesgo, entre 0,50 y 0,56.
Los participantes fueron evaluados durante dos días. El primer día permanecieron 15 minutos sentados y en reposo. Posteriormente corrieron en esfuerzo máximo en una cinta ergométrica, con el fin de que pudiera evaluarse su aptitud física. Luego de ese ejercicio, permanecieron en reposo y sentados durante 60 minutos para recuperarse del esfuerzo.
“El ejercicio aeróbico comprobó que todos estaban físicamente activos. No eran atletas, pero tenían el hábito de jugar al fútbol durante los fines de semana, por ejemplo”, dijo Valenti.
Durante el segundo día se sometió a quienes participaron en este estudio a un protocolo de ejercicios físicos moderados, de caminata durante 30 minutos sobre una cinta con una intensidad de aproximadamente el 60% de esfuerzo máximo.
La variabilidad de la frecuencia cardíaca se midió durante el reposo y durante la primera hora posterior a los ejercicios, con el fin de evaluar la velocidad de recuperación cardíaca autonómica luego de la actividad física.
“La medición del tiempo de recuperación cardíaca autonómica luego de ejercitarse permite evaluar el riesgo de presentar una complicación cardiovascular inmediatamente después de la actividad física, y también estimar el riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca”, dijo Valenti. “Si la persona tarda más tiempo para recuperar la frecuencia cardíaca normal, esto indica que está sujeta a un mayor riesgo de desarrollar un trastorno cardíaco.”
Los análisis de las medidas indicaron que los grupos con RCE cercana y por encima del límite de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardíacas exhibieron una recuperación cardíaca autonómica más lenta tanto con esfuerzo máximo como con esfuerzo moderado.
“Constatamos que los voluntarios del grupo con valores de RCE cercanos al límite de riesgo también exhiben mayores probabilidades de desarrollar enfermedades del sistema cardiovascular”, dijo Valenti.
Los investigadores de la Unesp también realizaron análisis estadísticos de correlación y regresión lineal para verificar si existía una interacción significativa de la RCE con la variabilidad de la frecuencia cardíaca de los participantes en el estudio tras de la realización de los ejercicios físicos.
Los resultados de los análisis estadísticos indicaron que la relación entre ambos factores es más significativa durante los primeros 10 minutos de la etapa de recuperación de los ejercicios, cuando el sistema nervioso parasimpático –que lleva nuevamente al cuerpo a un estado de reposo, al disminuir el ritmo cardíaco– está reactivándose.
“Verificamos que a medida que aumenta el valor de la RCE disminuye la actividad del sistema nervioso parasimpático. Esto eleva el riesgo de desarrollo de trastornos cardiovasculares”, dijo Valenti. (Fuente: AGENCIA FAPESP/DICYT)