Hace unos 4.000 millones de años, las condiciones en Marte eran similares a las de la Tierra en los albores de la vida. Sin embargo, esa parte de la historia marciana es aún desconocida para la comunidad científica. ¿Hubo vida en aquel momento? Para responder a esta pregunta, un gran equipo internacional de científicos lleva más de 10 años desarrollando un vehículo de exploración planetaria, un rover, que integrará una serie de instrumentos únicos para analizar, in situ, el suelo marciano en busca de posibles vestigios de vida.
Se trata de la misión ExoMars 2020, liderada por la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) y la rusa, Roscosmos, con la colaboración de la NASA. El director científico de la misión, Jorge Vago, ha estado hoy en Valladolid para formar parte de un tribunal de tesis muy especial, el del investigador de la Universidad de Valladolid (UVa) (España) Andoni Moral, quien encabeza el proyecto de uno de los instrumentos más importantes que llevará el rover, el de espectroscopia Raman.
La tesis de Moral ha sido dirigida por Fernando Rull, catedrático de la UVa, y Tomás Belenguer, del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), las dos instituciones que lideran el instrumento español de la misión. Rull ha destacado la trascendencia de este hecho y ha explicado en qué consistirá el trabajo del equipo.
“El hito crítico de haber desarrollado, construido, verificado y probado el instrumento ya está cumplido. Y de eso va la tesis que se ha presentado hoy. Este instrumento analiza cualquier tipo de muestra a escala microscópica simplemente iluminándola con un láser. La luz que remite ese láser es analizada por el espectrómetro y mediante ese análisis obtenemos la composición química y la estructura del material que estamos iluminando”, detalla. La ventaja que tiene esa capacidad de análisis físico-químico es que permite caracterizar los minerales de una manera muy precisa e identificar compuestos orgánicos, el principal objetivo de la misión ExoMars.
“El espectómetro Raman que vamos a volar es lo mejor que hay en este planeta en este momento para misiones planetarias”, ha afirmado en palabras recogidas por DiCYT Jorge Vago. Pero no es la única innovación en este ambicioso proyecto. “Las misiones de la NASA hasta ahora han penetrado en el suelo marciano del orden de cinco o seis centímetros y nosotros tenemos un taladro capaz de penetrar a dos metros de profundidad. Esto es muy importante porque nos va a permitir buscar compuestos orgánicos en buen estado de preservación. La calidad de los equipos es fantástica. En instrumentos de estudio de superficie planetaria Europa está muy adelantada”, ha añadido.
El rover de la misión ExoMars 2020, denominado Rosalind Franklin en honor a la prestigiosa científica, se lanzará entre el 26 de julio y el 11 de agosto de 2020 desde Kazajistán, a bordo de un cohete ruso. Nueve meses después, el 19 de marzo de 2021, se espera que llegue a Marte, en concreto, a Oxia Planum. Un área que abre la ventana temporal de hace entre 4.100 y 3.600 millones de años, un periodo húmedo de la historia marciana.
“El lugar donde vamos a ir es 500 millones de años más antiguo que cualquier otro lugar que haya sido visitado en Marte hasta ahora. Realmente vamos a hacer un viaje atrás en el tiempo a una época que aún no ha sido explorada. Una época que no existe en nuestro planeta porque el proceso de placas tectónicas en la Tierra recicla la corteza terrestre y hace que no haya ningún lugar que podamos estudiar así de antiguo. Quizás con un descubrimiento en Marte podamos entender mejor cómo evolucionó la vida en la Tierra”, precisa el director científico de la misión.
Los científicos creen que en Oxia Planum hubo grandes cuerpos de agua. “Una de las hipótesis del lugar donde vamos a aterrizar que tenemos que verificar es que fue el fondo de un pequeño mar o un gran lago. Esta misión combina un lugar antiguo, con posibilidad de agua líquida en un pasado remoto y poder buscar en la profundidad del suelo, tres novedades fundamentales”, subraya.
La misión va a ayudar a entender mejor cómo fue la infancia de la Tierra. “Hace 4.000 millones de años las condiciones en la superficie marciana eran muy parecidas a las de nuestro planeta cuando apareció la vida. El objetivo principal es encontrar trazas de vida extinta o pasada. Hablamos de los albores de la vida en el Sistema Solar. Probablemente sean microorganismos como los que hubo al principio de la vida en la Tierra. La oportunidad de encontrar vida presente hoy es casi cero porque la superficie de Marte no tiene agua líquida y es fundamental para la vida tal y como la conocemos en nuestro planeta. Por eso el interés en taladrar e ir a un lugar de aterrizaje muy antiguo”, resalta Vago.
El equipo de la misión, que integra en su totalidad a cerca de 1.000 científicos, ha realizado ensayos con un modelo de rover de prueba en los desiertos de Atacama (Chile) y Tabernas (Almería, España). Las últimas, en tierras chilenas, acaban de concluir. Se trata así de entrenar al equipo de operadores que estarán a cargo de la misión, una vez lanzada, y de probar los instrumentos científicos.
Para Fernando Rull, las pruebas tienen un valor científico “importante”, mientras que el apartado tecnológico “es más relativo”. “Desde el punto de vista científico lo más importante al comparar Tabernas con Atacama es que el desierto español resulta un mejor análogo marciano desde el punto de vista geológico y mineralógico, mientras que el desierto chileno es mejor desde el punto de vista de paisaje y orografía del terreno. La combinación de ambos ensayos ha estado bien y nos da un pequeño punto de orgullo, ya que aquí en España tenemos lugares que son verdaderos análogos marcianos y potenciar estos estudios en relación con la ciencia que se puede hacer en Marte es muy importante”, destaca.
El vicerrector de Investigación, Innovación y Transferencia de la UVa, Óscar Martínez Sacristán, ha recibido al director científico de ExoMars 2020 y ha alabado el trabajo del equipo de Fernando Rull, “que pone a la Universidad en las más altas miras de la investigación y la innovación que podemos pensar y soñar, estar en una misión a Marte”.
Una vez llegue el rover a Marte, el espectrómetro Raman desarrollado en la UVa realizará las medidas y, mediante algoritmos y software en coordinación con el propio rover, analizará las muestras y enviará los datos. El equipo de la UVa estará al frente de la recepción e interpretación de esta información y tendrá un papel clave en cualquier hallazgo que pueda realizarse. (Fuente: Cristina G. Pedraz/DICYT)