El cambio climático se ha convertido en una amenaza importante para los ecosistemas de turberas, ya que exacerba los efectos del drenaje y aumenta el riesgo de incendios, de acuerdo con ONU-Ambiente. como se espera que el calentamiento global contribuya a la disminución del oxígeno en los océanos abiertos y costeros, que incluyen a estuarios y mares semicerrados.
“El impacto socioeconómico del cambio climático se está acelerando”, según el informe sobre El estado del clima 2018 de la Organización Meteorológica Mundial publicado recientemente, en el que se constata que las concentraciones récord de gases de efecto invernadero en la atmósfera están acercando las temperaturas del planeta a niveles cada vez más peligrosos.
El reporte sobre el estado del clima, que este año cumple el 25 aniversario de su primera edición, destaca entre las evidencias del cambio climático el aumento récord del nivel del mar, así como las temperaturas excepcionalmente altas tanto en tierra como en los océanos de los últimos cuatro años, lo que está coincidiendo con los niveles máximos de los gases de efecto invernadero.
“Esta tendencia al calentamiento se inició a principios de siglo y se prevé que continúe”, concluyen los científicos. (El informe se redacta con las mediciones que aportan los servicios meteorológicos e hidrológicos nacionales, una extensa comunidad de científicos y las agencias de las Naciones Unidas. Detalla los riesgos asociados con el clima y su impacto en la salud y el bienestar humano, la migración, los alimentos, el medio ambiente y los ecosistemas terrestres y marinos.)
“Desde que se publicara por primera vez, la climatología ha alcanzado un grado de robustez sin precedentes, y ha proporcionado pruebas fehacientes del aumento de la temperatura mundial y de circunstancias conexas, como el aumento acelerado del nivel del mar, la reducción de los hielos marinos, el retroceso de los glaciares y fenómenos extremos, tales como las olas de calor”, explicó Petteri Taalas, secretario general de la citada Organización al presentar el informe.
Estos indicadores climáticos se están haciendo más pronunciados: los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, que eran de 357 partes por millón cuando se lanzó el primer informe en 1993, han crecido hasta las 405,5 partes por millón en 2017. Se espera un mayor incremento durante 2018 y 2019.
Las condiciones atmosféricas extremas han continuado en los primeros meses de 2019, con el caso más reciente del ciclón Idai, que ha causado inundaciones devastadoras y trágicas pérdidas de vida en Mozambique, Zimbabwe y Malawi, lo que le convierte en el desastre climático más mortífero del hemisferio sur.
“Idai llegó a tierra en la ciudad de Beira (Mozambique): una ciudad en rápido crecimiento, situada a baja altitud en un litoral vulnerable a las mareas de tempestad y que ya está sufriendo las consecuencias de la elevación del nivel del mar”, declaró Taala.
El responsable de la OMM añadió que “las víctimas del Idai encarnan las razones por las que necesitamos una agenda mundial” para la adaptación al cambio climático y la reducción de sus riesgos.
El comienzo de 2019 no abriga muchas esperanzas. Además del desastre del Idai en África, Europa también ha registrado a diario temperaturas que han marcado nuevos registros máximos, mientras un frío inusual ha golpeado América del Norte y las olas de calor han azotado Australia. También las capas de hielo ártica y antártica se han aproximado a mínimos de récord.
Como viene insistiendo desde hace meses y repitió este jueves ante los líderes reunidos en la Asamblea General y ante la prensa, el Secretario General de la ONU señaló que todas estas evidencias ponen de manifiesto la necesidad de actuar rápidamente y de hacerlo a través de medidas concretas.
Se trata de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45% durante la próxima década y en su totalidad en 2050, porque es, como ha recordado, lo que la ciencia estima necesario.
Entre las medidas que se necesitan, Guterres propone dejar de subsidiar los combustibles fósiles, que causan la emisión de los gases de efecto invernadero, e inviertan en fuentes de energía renovables.
Con respecto a una cuestión sobre los movimientos migrantes en América Central y del Sur, el Secretario General dijo que “hay un claro vínculo entre el cambio climático y la seguridad”.
“Todos podemos cada día aligerar nuestra huella de carbono: con los alimentos que consumimos, la ropa que usamos, el transporte que elegimos y la basura que generamos”, indicó por su parte la presidenta de la Asamblea General.
Para Espinosa, necesitamos modificar nuestros patrones de consumo: “Este no es solo un mundo de carencias, también lo es de sobre-consumo. Una gran paradoja es que cada año se desperdicien 1300 millones de toneladas de alimentos, mientras casi 2000 millones de personas padecen hambre o desnutrición”.
Los huracanes Florence y Michael fueron dos de los catorce desastres climáticos que costaron miles de millones de dólares en 2018 en los Estados Unidos. Se calcula que todos ellos provocaron daños por un valor de unos 49.000 millones de dólares y más de cien muertes. Por su parte, el súper tifón Mangkhut afectó a más de 2,4 millones de personas y mató a al menos 134 personas, principalmente en Filipinas.
En 2017, se estimó que la cantidad de personas desnutridas había ascendido a 821 millones, en parte debido a las graves sequías asociadas con El Niño de 2015-2016.
La migración también se ha acentuado por el cambio climático. De los 17,7 millones de desplazados internos registrados por la Organización Internacional para las Migraciones hasta septiembre del año pasado, más de dos millones se debían a desastres relacionados con fenómenos meteorológicos.