El falaropo picofino
Es una especie de ave caradriforme perteneciente a la familia de las escolopácidas. Son aves limícolas de pequeño tamaño que a diferencia del resto de escolopácidos capturan su alimento mientras nadan sobre la superficie del agua, impulsándose con sus pies semipalmeados. Se alimenta de pequeños crustáceos, insectos, y larvas pero durante el invierno su dieta se compone casi exclusivamente de diversas especies de zooplancton.
Al igual que las otras dos especies del género Phalaropus, presentan un dimorfismo sexual inverso; las hembras son más vistosas y adoptan algunos de los roles de cortejo y reproductivos típicos de los machos, siendo estos los encargados de incubar la puesta. Se reproduce durante el verano boreal en las regiones árticas y subárticas de América del Norte, Asia y Europa; generalmente entre los 60° y 70° de latitud, en una franja que rodea al hemisferio norte desde el sur de las islas Aleutianas hasta el extremo septentrional de las islas británicas.
Son aves migratorias y al finalizar su periodo reproductor inicia una larga migración hacia las costas de los mares cálidos situados a lo largo de la región intertropical, siguiendo rutas que en algunos casos les llevan a recorrer más de 20 000 km al año.
Hoy día, el falaropo picofino tiene una población de entre tres y cuatro millones de ejemplares, y la especie muestra una tendencia demográfica decreciente en la mayoría de las poblaciones reproductoras. Está catalogado como especie de riesgo mínimo según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), y se encuentra afectado sobre todo por la contaminación industrial —en especial, los pesticidas agrícolas— y por los derrames de petróleo que perjudican las regiones árticas de cría. Además, la disminución de la actividad ganadera y de pastoreo en áreas de cría hace proliferar de forma descontrolada la vegetación, que acaba invadiendo las balsas y lagunas donde los falaropos suelen hacer los nidos.
División migratoria hacia el océano Pacífico y el mar de Arabia !!!
Cuando llega el invierno, las poblaciones de falaropo picofino del paleártico occidental migran hacia dos destinos bien alejados: el océano Pacífico o el mar de Arabia. Con ello siguen una estrategia de división migratoria excepcional y nunca antes descrita en esta área geográfica. Una parte de las poblaciones de aves —las que crían en Groenlandia, Islandia y las islas británicas— atraviesan más de 10.000 kilómetros hasta llegar al océano Pacífico, mientras que las poblaciones de Escandinavia y de Rusia ponen rumbo hacia el mar de Arabia en el océano Índico, a más de 6.000 kilómetros del área de cría.
Este comportamiento migratorio tan particular del falaropo picofino se describe ahora por primera vez en un artículo publicado en la revista Frontiers in Ecology and Evolution, en el que participan los investigadores Raül Ramos y Jacob González-Solís, de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona (UB).
El falaropo picofino (Phalaropus lobatus) es una ave migratoria de la familia de los falaropódidos que suele habitar en la tundra y las altas latitudes polares durante la época de reproducción. Estas pequeñas aves limícolas pasan buena parte de su ciclo anual —sobre todo el periodo de invernada— en mar abierto, por lo que se las considera como pelágicas. Durante la ruta migratoria posterior a la cría —de agosto a septiembre—, esta especie se puede vislumbrar de manera ocasional en áreas peninsulares como el delta del Ebro o la costa atlántica y cantábrica.
En el nuevo trabajo, liderado por el experto Rob S. A. van Bemmelen, de la Universidad de Wageningen (Países Bajos), el equipo UB-IRBio ha colaborado en la colocación de geolocalizadores —aparatos para seguir las migraciones de larga distancia— en distintas localidades de cría, así como en la modelización del hábitat de las diferentes poblaciones y el estudio de la ecología de las aves marinas. Los resultados muestran la existencia de una divisoria migratoria con dos poblaciones muy bien definidas —pero relativamente cercanas— en la geografía del paleártico occidental.
«En concreto, las poblaciones del Atlántico norte y las de Fennoscandia pasan el invierno en dos áreas geográficas muy alejadas entre sí y con condiciones ambientales muy diferenciadas (clima, recursos naturales, etc.), que están determinadas por la zona de invernada», detalla Raül Ramos, investigador Ramón y Cajal del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB y del IRBio.