GreenArea Celebra mañana el 31 de mayo, en el Día Mundial Sin Tabaco, proclamado por la Organización Mundial de la Salud y se pretende reducir el consumo de tabaco en todo el mundo.
El consumo de tabaco mata cada año a casi 6 millones de personas, una cifra que, según las previsiones, aumentará hasta más de 8 millones de fallecimientos anuales en 2030 si no se intensifican las medidas para contrarrestarlo. El tabaco es perjudicial para todos, causa enfermedades, muertes, empobrece a las familias y debilita las economías nacionales, por el aumento del gasto sanitario.
Además de crear adicción, el tabaquismo es una de las principales causas de enfermedades crónicas.
¿Qué ocurre en nuestro organismo cuando fumamos?
Por distintos mecanismos, el tabaco actúa como factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares. De forma aguda, el tabaco puede producir trombos, que a su vez pueden producir infartos, bien sea en el territorio cerebral o en el miocardio. Un trombo es un tapón que obstruye una arteria comprometiendo el flujo por esa arteria y produciendo una falta de riego en el territorio correspondiente. De forma crónica, el tabaco, por distintos mecanismos no del todo dilucidados, acelera la ateroesclerosis, que es la enfermedad de las arterias. La ateroesclerosis es un proceso normal de degeneración de las arterias con el paso del tiempo, pero su aparición se ve acelerada y adelantada por los factores de riesgo cardiovascular, y uno muy importante, que además es evitable, es el tabaco. La mitad de los fumadores morirán por una causa relacionada con el tabaquismo.
Fumar acelera el proceso de envejecimiento cerebral
Un nuevo estudio científico publicado en la revista Nature sostiene que el cigarrillo de tabaco deteriora la corteza cerebral en el largo plazo, un proceso que ocurre naturalmente con el envejecimiento, pero se acelera debido al uso prolongado de drogas como la nicotina.
Los científicos analizaron la estructura cerebral de 504 fumadores separándolos en función de la cantidad de años que habían fumado. También diferenciaron a aquellos que habían abandonado el hábito durante períodos relativamente largos de tiempo y analizaron cómo había variado su corteza cerebral.
Además de constatar que efectivamente el cigarrillo afecta la estructura cerebral, los científicos hallaron que el abandono del hábito permite que la corteza cerebral se reconstruya. Observaron una relación positiva entre la cantidad de tiempo desde el abandono del cigarrillo y en engrosamiento de la corteza. No obstante, señalan que es un proceso muy largo y que toma aproximadamente 25 años que la corteza cerebral se engrose hasta niveles normales de acuerdo a la edad.
Un factor de riesgo cardiovascular.
Según el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), el tabaco provoca cerca de 50.000 muertes anuales en España y 443.000 en Estados Unidos, por dolencias como la EPOC, el enfisema pulmonar, el cáncer de pulmón y de faringe. Por si fuera poco, también es el factor de riesgo cardiovascular más importante, ya que la incidencia de la patología coronaria en los fumadores es tres veces mayor que en el resto de la población. La posibilidad de una dolencia del corazón es proporcional a la cantidad de cigarrillos fumados al día y al número de años en los que se mantiene este hábito nocivo.
Los investigadores han demostrado que el tabaquismo acelera la frecuencia cardíaca, contrae las arterias principales y puede ocasionar alteraciones en el ritmo de los latidos del corazón. Todo esto hace que el corazón se esfuerce más. Fumar también incrementa la presión arterial, que a su vez aumenta el peligro de accidentes cerebrovasculares en personas que ya tienen presión arterial alta. Hay dos factores por los que el tabaco produce una isquemia coronaria y provocaun infarto de miocardio (obstrucción total de paso de sangre por las arterias) y/o angina de pecho (disminución importante de paso de sangre por las arterias):
1. Nicotina.- Desencadena la liberación de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) que ocasionan daño a la pared interna de las arterias (endotelio), sube el tono coronario con espasmo, produce alteración de la coagulación, incrementa los niveles de LDL (colesterol malo) y reduce los de HDL (colesterol bueno). La concentración de nicotina en sangre depende más del grado de inhalación que del contenido de esta sustancia en el propio cigarro.
2. Monóxido de carbono.- Disminuye el aporte de oxígeno al miocardio, aumenta el colesterol y la agregabilidad plaquetaria (su capacidad de unirse y formar coágulos).
La nicotina fue identificada como una droga causante de dependencia a finales de los años setenta. Anteriormente, la mayoría de los organismos científicos consideraban el tabaquismo como un hábito y no como una adicción. En las últimas dos décadas se han acumulado los conocimientos sobre la dependencia del tabaco y en la actualidad se reconoce ampliamente que su principal causa es la nicotina.
En 30 segundos después de la inhalación la nicotina llega al cerebro y genera una liberación de dopamina (entre otras), hormona que tiene propiedades gratificantes y causa la dependencia.
La suspensión del tabaquismo causa un síndrome de abstinencia. Ello incluye diversas alteraciones, como cambios del estado de ánimo, signos y síntomas físicos, así como alteraciones bioquímicas y fisiológicas (irritabilidad, depresión, dificultad de concentración, agitación, insomnio, deseo imperioso de fumar, hambre, aumento de peso, etc.). Además, las úlceras bucales y el estreñimiento son reconocidos síntomas de abstinencia del tabaco. El deseo imperioso de consumo es uno de los síntomas que se describen con mayor frecuencia durante la abstinencia y predice con frecuencia la recaída.
La mayor parte de los síntomas de abstinencia son de corta duración. Es característico que alcancen un máximo en los primeros días tras dejar de fumar y que vuelvan a unos valores basales en un plazo de 2-4 semanas. La excepción es el hambre y el deseo imperioso de fumar. La sensación de hambre continúa hasta que se ha estabilizado el peso corporal y el deseo imperioso de fumar puede persistir durante muchos meses después de dejar el tabaco.
Los fumadores con una mayor dependencia tienden a experimentar más síntomas de abstinencia. Además, los fumadores con más alto grado de dependencia de la nicotina son los que tienen un deseo de fumar más intenso y un mayor deterioro del afecto.