A finales del año pasado, el científico chino He Jiankui dijo haber creado dos niñas gemelas modificadas genéticamente con CRISPR. El anuncio hizo saltar todas las alarmas éticas y el pasado mes de marzo un grupo de expertos de siete países pidió una moratoria de cinco años para las aplicaciones clínicas de la edición genética en óvulos, espermatozoides y embriones humanos. También generó una gran preocupación por los efectos que el experimento podría tener en la salud de las niñas.
Ahora, un equipo de la Universidad de California en Berkeley ha llevado a cabo un análisis que revela que la mutación en el gen CCR5, que Jiankui realizó para, supuestamente, proteger a las gemelas frente al VIH, está asociada también con un aumento en la mortalidad en etapas posteriores de la vida. Los resultados se han publicado en el último número de la revista Nature Medicine.
Según comenta a Sinc Rasmus Nielsen, profesor de Biología Integrativa de la UC Berkeley y líder del trabajo, “todavía no sabemos los detalles del experimento de He Jiankui, pero, obviamente, hay muchas razones diferentes para decir que fue poco ético e imprudente”.
“Nuestro estudio –añade– ayuda a enfatizar que mutaciones, como CCR5-delta32, que pueden tener efectos beneficiosos en un contexto, podrían tener efectos negativos en otros. Es difícil predecir todas las posibles consecuencias de una mutación. Y esto habría que tenerlo en cuenta en cualquier experimento que utilice la modificación genética en humanos”, subraya.
En su investigación el equipo examinó de 400.000 genomas y registros de salud asociados contenidos en la base de datos británica UK Biobank. Encontró que las personas con dos copias mutadas del gen tenían una tasa de mortalidad un 21 % más alta entre los 41 y 78 años que los que tenían una o ninguna copia.
Estudios anteriores habían asociado dos copias mutadas del gen CCR5 con un aumento de cuatro veces en la tasa de mortalidad después de la infección por influenza, y la mayor tasa de mortalidad general podría reflejar esta mayor susceptibilidad a la muerte por gripe. Pero los investigadores aclaran que podría haber otras explicaciones, ya que la proteína que codifica este gen y que ya no funciona en aquellos que tienen la mutación en ambas copias, está involucrada en muchas funciones corporales.
El gen CCR5 que He Jiankui dijo haber modificado en las dos niñas codifica una proteína que, entre otras cosas, se encuentra en la superficie de las células inmunitarias y ayuda a algunas cepas del VIH, incluidas las más comunes, a entrar e infectarlas. El científico chino dijo que había querido introducir una mutación en el gen que evitara esto.
Las mutaciones naturales que incapacitan a la proteína son raras en los asiáticos, pero, curiosamente, es una mutación que se encuentra en el 11 % de los europeos del norte y los protege contra la infección por el VIH.
“Debido a que la mutación delta32 es relativamente común en los europeos del norte, debe haber sido favorecida por la selección natural en algún momento, aunque probablemente no para proteger contra el VIH, ya que el virus ha circulado entre los humanos solo desde la década de 1980”, señala Nielsen.
Inactivar una proteína que se encuentra en todos los humanos y en la mayoría de los animales probablemente tenga efectos negativos
Según explican los autores, la mutación genética delta32 se refiere a la ausencia de un segmento de 32 pares de bases en el gen CCR5. Esta mutación interfiere con la localización en la superficie celular de la proteína que codifica el CCR5, frustrando la unión e infección del VIH.
El científico chino no pudo duplicar la mutación natural, pero parece haber generado una deleción similar que también inactivaría la proteína. Supuestamente, una de las bebés gemelas tenía una copia del CCR5 modificada por la edición del gen CRISPR-Cas9, mientras que la otra bebé tenía ambas copias editadas.
Pero inactivar una proteína que se encuentra en todos los humanos y en la mayoría de los animales probablemente tenga efectos negativos, asegura Nielsen, sobre todo cuando se hace en ambas copias del gen.
“Es una proteína funcional que sabemos que tiene un efecto en el organismo y que está bien conservada entre muchas especies diferentes, así que es probable que una mutación que la destruya no sea algo beneficioso. De lo contrario, los mecanismos evolutivos habrían destruido esa proteína hace mucho tiempo”, recalca el investigador. (Fuente: Ana Hernando / SINC)