El conjunto del paracaídas que ayudará a depositar el róver robótico de ExoMars y la plataforma científica de superficie en Marte acaba de completar un ensayo de secuencia de despliegue a gran altitud de escala completa, en el que se produjeron daños inesperados en los paracaídas principales.
Entretanto, los principales elementos físicos del módulo de descenso, incluido el escudo térmico que protegerá el aterrizador durante su entrada en la atmósfera marciana, han sido entregados recientemente a Thales Alenia Space en Turín (Italia). La nave portadora europea, que llevará la misión de la Tierra a Marte, y la plataforma de aterrizaje rusa Kazachok llegaron a Italia este mismo año. El róver, bautizado Rosalind Franklin, en estos momentos se está equipando con hardware y con la carga útil científica en Stevenage (Reino Unido). Una vez completamente integrado, el conjunto físico se probará para garantizar que está listo para viajar al espacio y operar en Marte.
Como parte de las próximas pruebas previstas, el sistema del paracaídas se ajustará para responder a un problema detectado en el último ensayo de caída a gran altitud, efectuado el 28 de mayo en el centro Esrange de la Corporación Espacial Sueca (SSC) en Kiruna.
El módulo de descenso precisa de dos paracaídas, cada uno con su propio paracaídas piloto, para frenar la nave antes de amartizar. Tras la separación de los paracaídas, la velocidad debe ser adecuada para que los motores de frenado puedan depositar de forma segura la plataforma de aterrizaje y el robot explorador en la superficie de Marte. La secuencia completa desde la entrada atmosférica hasta el amartizaje dura tan solo seis minutos.
El año pasado, el segundo paracaídas principal (y de mayor tamaño) se probó con éxito durante un ensayo de caída de baja altitud, en el que se soltó desde un helicóptero a 1,2 km de altura. Este paracaídas tiene un diámetro de 35 m, por lo que constituye el mayor que jamás haya volado a una misión a Marte. El ensayo más reciente se efectuó desde una altura de 29 km con ayuda de un globo estratosférico de helio, y se centró en la secuencia de despliegue de los cuatro paracaídas.
El vehículo de prueba de caída efectuó la liberación exactamente a la altitud prevista, y el primer mortero pirotécnico se activó con normalidad para soltar el primer paracaídas piloto, que se infló correctamente.
El mecanismo de liberación de la cubierta funcionó y el primer paracaídas principal se infló correctamente, pero inmediatamente tras la extracción de la bolsa se detectaron varios desgarros radiales en el tejido, antes de que el paracaídas experimentara su máxima carga.
El segundo mortero pirotécnico también funcionó normalmente, expulsando el segundo paracaídas piloto, que también se infló según lo previsto. El segundo paracaídas principal se extrajo de la bolsa, pero se observó un desgarro radial, también antes de alcanzar su inflado máximo.
Todos los datos a bordo del vehículo de prueba de caída se recuperaron y analizaron. Estos datos incluyen los de aceleración, velocidades angulares, magnetómetro, GPS y barómetro, junto con tomas de la cámara.
El análisis detallado de los parámetros de telemetría grabados durante el ensayo confirmó que se logró alcanzar un buen nivel de la resistencia aerodinámica esperada, a pesar de los desgarros. El tiempo de descenso total durante el ensayo también se aproximó a lo previsto.
El segundo paracaídas se pudo recuperar y examinar rápidamente, mientras que se tardó varios días en identificar y recuperar el primer paracaídas, que se había desplazado más de 100 km tras la separación.
“La recuperación del material ha sido esencial para poder definir las mejoras necesarias antes de llevar a cabo el siguiente ensayo”, explica François Spoto, jefe de equipo de ExoMars.
“Vamos a implementar mejoras en el diseño de las bolsas para garantizar una extracción más suave, así como refuerzos en los propios paracaídas para limitar la propagación de los desgarros si aún se produjera alguno. También examinaremos el complejo proceso de plegado y embolsado de los paracaídas y sus cientos de líneas”.
A lo largo de 2019 están previstos otros dos ensayos de los paracaídas.
“Aunque la secuencia de ensayo general ha sido correcta, siempre era de esperar que aparecieran problemas al probar sistemas tan complejos”, admite François.
“Ese es el motivo por el que hacemos ensayos una y otra vez, para solucionar cualquier posible fallo y asegurarnos de que vamos a mandar a Marte el mejor sistema posible. Estamos esforzándonos como nunca para llegar a la ventana de lanzamiento que tendrá lugar el año que viene”.
El lanzamiento de la misión está programado para julio de 2020, con la llegada a Marte prevista para marzo de 2021. Tras abandonar la plataforma de superficie, Rosalind Franklin explorará la superficie marciana en busca de lugares de interés geológico para perforar hasta el subsuelo y determinar si en algún momento llegó a albergar vida.
El programa ExoMars es un esfuerzo conjunto de la ESA y Roscosmos. Además de la misión 2020, incluye el Satélite para el estudio de Gases Traza (TGO), lanzado en 2016. Este ya está proporcionando resultados científicos importantes y retransmitiendo datos del róver Curiosity y el módulo de aterrizaje Insight de la NASA. También se encargará de la transmisión de datos de la misión 2020 cuando llegue al Planeta Rojo. (Fuente: ESA)