Nosotros relacionamos a los delfines con la inteligencia y las orcas no deben ser la excepción. Se han encontrado pruebas que señalan que son criaturas sumamente inteligentes, cuyos componentes cerebrales se relacionan con los grandes simios, elefantes y por increíble que parezca, con los seres humanos. El hombre y los cetáceos ocupan los primeros lugares de la lista de seres vivos con mayor cociente de encefalización, siendo la orca poseedora del tercer lugar.
Cada vez más estudios apoyan la hipótesis de que los cetáceos en cautiverio no pueden desarrollarse adecuadamente en tanques artificiales. En estas condiciones, muchos de estos mamíferos marinos, en especial las orcas (Orcinus orca), exhiben comportamientos anormales y, a menudo, mueren de manera prematura debido a infecciones y otras enfermedades poco frecuentes en un entorno salvaje. Sin embargo, pocos trabajos explican por qué las orcas sufren estrés crónico y cómo el cautiverio afecta a su bienestar.
El estrés crónico acorta la vida de las orcas en cautividad
En una investigación, publicada recientemente en la revista Journal of Veterinary Behavior, un equipo de biólogas y veterinarias estadounidenses y neozelandesas ha reunido toda la evidencia científica disponible sobre la salud y el bienestar de las orcas cautivas para explicar los altos niveles de morbilidad y mortalidad temprana. Los resultados revelan que el estrés crónico afecta negativamente al cerebro y al sistema inmunitario de estos mamíferos.
Si bien algunos accidentes se han producido con las orcas en cautiverio, no hay ningún registro de una orca atacando a un humano.
“Muchas de las enfermedades de las que mueren las orcas cautivas son infecciones, como neumonía o patologías de los pulmones por hongos, pero también por úlceras gástricas y candidiasis. La prevalencia de estas infecciones se debe a una alteración del sistema inmunitario”, explica a Sinc Lori Marino, primera autora y experta en el Whale Sanctuary Project en Utah (EE UU).
En cuanto a los comportamientos, las orcas confinadas muestran conductas anómalas y repetitivas como girar en círculos, son hiperagresivas, sufren depresión o se automutilan. “Lo hacen rallando los dientes en las superficies duras de las puertas que separan los diferentes compartimentos de las piscinas”, especifica Marino.
Este comportamiento hace que la mayoría de las orcas desgasten sus dientes hasta las encías, por lo que tienen que ser perforados para evitar infecciones. A pesar de todo, “la mala dentición sigue provocando infecciones orales que se convierten en causas sistemáticas de muerte”, concreta la investigadora.