Investigadores de la Universitat de Barcelona (Catalunya, España) han diseñado una nueva herramienta que permite clasificar las ratas de laboratorio según su estilo de carrera en la cinta rodante, un procedimiento ampliamente utilizado en la investigación sobre fisiología del ejercicio. La metodología, publicada en la revista PLOS ONE, mejora la interpretación de los estudios en éste ámbito científico, ya que permite relacionar la manera de correr —y por tanto, aspectos como la intensidad real del ejercicio— con datos metabólicos y fisiológicos, como por ejemplo indicadores de daño muscular. Liderado por el catedrático de la Facultad de Biología Ginés Viscor, el trabajo podría aumentar el número de animales válidos para participar en los experimentos, permitiendo así un mejor ajuste con los principios internacionales de la experimentación animal.
La rata de laboratorio es un modelo empleado en todo el mundo para investigar sobre la respuesta del organismo al ejercicio. Entre las técnicas más usadas en estas investigaciones destaca la carrera continua en cinta rodante, pero no todas las ratas se adaptan igual a este ejercicio, ya que su forma natural de desplazamiento es un tipo de carrera intermitente. «Una fracción variable de ratas aprende a correr de forma continua con facilidad, pero otros especímenes no se acostumbran y corren de forma intermitente o simplemente no aprenden a correr y se han de descartar», explica Ginés Viscor.
La diversidad en la adaptación a la cinta rodante tiene diferentes implicaciones en la investigación, como por ejemplo que el volumen de entrenamiento o su intensidad real sea diferente según sea el proceso de adaptación de la rata a la carrera continua. Por otro lado, el hecho de que las ratas que no se adaptan a este tipo de ejercicio se descarten o pasen al grupo de ratas sedentarias acaba sesgando el grupo control con ratas que tienen tendencia natural a correr de otra manera. «En los estudios, el riesgo de seleccionar solo ratas que son buenas corredoras equivaldría a escoger como voluntarios humanos solamente a sujetos que fuesen deportistas entrenados y hacerlos representativos de toda la población», explica el investigador.
En este contexto, el objetivo del trabajo es clasificar la forma de correr de las ratas en la cinta y relacionar este estilo de carrera con los resultados de los estudios en el aspecto fisiológico, de manera que se puedan aprovechar todos los animales, ya sean buenos, o no tanto, corriendo.
La herramienta diseñada por el equipo de la UB evalúa y puntúa el estilo de carrera de las ratas en función de tres características: actitud, resistencia y rendimiento. «Con esta puntación podemos monitorizar el tipo de actividad de la rata y correlacionar el nivel de corredora demostrado en el experimento con los datos fisiológicos, lo que ayuda a clarificar resultados que antes eran confusos. De esta forma, la metodología permitiría tener una estimación más precisa de la dosis real de ejercicio realizado por cada rata», detalla el investigador.
Los investigadores han aplicado la herramienta en un proyecto que analiza el impacto del entrenamiento en la recuperación del daño muscular. Para ello, el estudio compara los indicadores fisiológicos de daño muscular con el ejercicio realizado por las ratas en la cinta de carrera. Los resultados muestran que la nueva herramienta permite distinguir entre animales sanos y animales que han sufrido previamente un daño muscular excéntrico inducido por el ejercicio. Así, los investigadores podían identificar, por ejemplo, que las ratas que tardaban más en habituarse a la carrera continua se cansaban menos y tardaban más en llegar el agotamiento muscular, o al revés: roedores que desde el principio eran muy buenos corredores presentaban datos de daño muscular más altos al haber permanecido corriendo durante más tiempo a lo largo de la prueba, hasta llegar a la extenuación.
Las correlaciones que permite la nueva herramienta facilitan que se aprovechen mejor los datos obtenidos de cada una de las ratas, lo que contribuye a un uso más responsable de los animales en la experimentación. «El uso de este sistema de puntuación aumenta el número de animales reclutables, que serían prácticamente todos, y de esa manera cumple mejor con el principio de las tres erres —reemplazo, reducción y refinamiento—, que es uno de los pilares básicos de la experimentación con animales», concluye el investigador. (Fuente: U. Barcelona)