“El hijo del obrero, a la universidad” –el grito de guerra de quienes reclamaban la democratización de estas instituciones en los años 60 y 70 en España– es hoy una realidad incuestionable no solo en España, sino en buena parte del mundo. La participación de grupos demográficos diversos en la educación superior ha aumentado considerablemente y en los centros donde las minorías y grupos sociales eran excluidos han procurado una imagen bastante más colorida que el monocorde elitismo de los orígenes de la universidad en Europa.

 

Estas instituciones son ahora más diversas que hace un siglo pero, ¿saben atender a esa diversidad? Un nuevo estudio de la Universidad de Córdoba, publicado esta semana en PLOS ONE, ha medido hasta qué punto están preparadas las universidades para atender correctamente las necesidades especiales de grupos con capacidades diversas, integrantes del colectivo LGTBI+ o minorías étnicas o sociales; colectivos para los cuales el acceso estaba repleto de dificultades en el pasado y que, a lo largo de las últimas décadas, se han ido incorporando a la educación superior.

 

El objetivo de la investigación ha sido evaluar el estado actual de la atención a la diversidad en distintos centros del mundo. Concretamente, el trabajo se ha centrado en analizar un total de 127 universidades de las 500 que componen el Ranking de Shangai, una de las clasificaciones más conocidas y que incluye a las mejores instituciones del mundo de acuerdo a distintos parámetros, como el número de artículos publicados o personal investigador altamente citado.

 

Según los resultados, solo el 26 % de las universidades analizadas tiene un plan estratégico de atención a la diversidad. Por su parte, el 58 % consta de una unidad centralizada para atender la diversidad y el 51,2 % menciona explícitamente la diversidad en su declaración institucional.

 

 

Para la primera autora de la investigación, Mariana Buenestado, la principal conclusión que puede extraerse de los datos obtenidos “es que las mejores universidades del mundo según las clasificaciones académicas, a pesar de su excelencia en investigación, están aún en una fase inicial con respecto a la atención a la diversidad”.

 

En relación a la posición que ocupa cada universidad dentro del Ranking de Shangai o a la titularidad de la institución, no se han encontrado diferencias significativas.

 

No obstante, el estudio revela que las universidades norteamericanas tienen mejores niveles de institucionalización de la diversidad, un dato que el estudio atribuye al recorrido histórico del país en materia de igualdad y al movimiento estadounidense por los derechos civiles en la década de los 60.

 

Los expertos han configurado un total de 24 indicadores de institucionalización, entre los que se encuentran la existencia de unidades expresas de atención a la diversidad, memorias para evaluar el progreso de los planes de atención o programas de formación para atender al alumnado, profesorado y personal administrativo.

 

Se trata de indicadores extraídos de la literatura científica y estudios previos y que podrían convertirse en una herramienta útil para medir en el futuro el progreso de los planes de atención a la diversidad. Para que estos programas mejoren, señala Buenestado, “no solo basta con garantizar la presencia de las minorías en las universidades, sino también su participación y progreso dentro de sus carreras y profesiones”. “Impregnar a toda la cultura institucional y asociar la inclusión a la excelencia” es otra de las claves, apunta la investigadora. (Fuente: Universidad de Córdoba)

Publisher: Lebanese Company for Information & Studies

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