Cuando los padres ya tienen uno o varios niños en casa, es común que duden en agregar una mascota a la dinámica familiar, temiendo que surja una relación negativa con los más pequeños de la casa.
Si bien esto puede suceder, también es cierto que los expertos afirman muy enfáticamente que la relación entre los niños y las mascotas de la casa puede tener beneficios que van mucho más allá de la convivencia diaria.
A continuación, te presentamos tres maravillosas cualidades que los niños pueden adquirir cuando viven con una mascota.
Respeto a los animales
El respeto por la dignidad y seguridad de los animales es algo por lo que lamentablemente todavía tenemos que luchar, y el cuidado de una mascota les enseña a los niños que los animales no son juguetes.
En el vínculo con su perro o gato, verán que los animales también sienten hambre, frío, dolor y felicidad, como todos los seres vivos. Esto mejora su comprensión sobre la empatía y la importancia de estar en contacto con las emociones propias y de los demás.
Sensibilidad y habilidades sociales
El contacto frecuente con las mascotas lleva a los niños a desarrollar un alto nivel de sensibilidad, a querer integrar a la mascota en los juegos y a mejorar sus habilidades con otros niños y adultos.
La clave está en que los niños aprenden a adaptarse a dinámicas sociales distintas, una habilidad extremadamente valiosa en la vida. Adicionalmente, la terapia con animales puede favorecer mucho a niños que están dentro del espectro autista.
Menos estrés
Un experimento realizado por la Universidad de Florida determinó que entre 100 niños que participaron en una prueba de matemáticas, los niños que estaban acompañados por sus mascotas respondieron las preguntas con más tranquilidad y motivación.
Aprender a lidiar con el estrés durante la infancia es una habilidad crucial para nuestra salud emocional en la vida adulta, y es primordial adquirir herramientas efectivas cuando aún somos jóvenes.
Es importante acotar que, para que se desarrolle una relación saludable entre la mascota y los hijos, los primeros momentos de interacción deben estar supervisados por los padres, quienes deben dirigir a ambos hacia un vínculo respetuoso y armónico.