Un equipo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, ambas en España, ha puesto a punto un protocolo de extracción de ADN de maderas muertas de coníferas que estandariza este proceso.
La obtención de ADN de madera de los árboles tiene diferentes aplicaciones, como tratar de conocer más acerca de las especies vegetales de las que solo quedan restos fósiles, desarrollar nuevas aplicaciones forenses, controlar el comercio maderero para evitar la venta de especies protegidas o el fraude, y, cada vez más relevante, estudiar la respuesta al cambio climático de las especies forestales actuales.
“Cuando se trabaja con plantas en el ámbito de la genética molecular, la obtención de ADN se suele realizar a partir de las hojas. Tener la capacidad de obtener ADN de un recurso distinto a las hojas, es altamente recomendable, ya que la madera es lo último que queda en el bosque tras la muerte del individuo”, señala Belén Méndez, investigadora del departamento de Genética, Fisiología y Microbiología de la UCM.
En este trabajo, cuyos resultados se han publicado en Silvae Genetica, se ha comprobado la eficacia de un protocolo modificado de CTAB (Bromuro de hexadeciltrimetilamonio), para la extracción de ADN a partir de madera muerta de dos especies pertenecientes a la familia Pinaceae: Abies pinsapo y Cedrus atlantica. Para tener la certeza de que el protocolo era funcional, se utilizó como control, madera fresca (de árboles vivos) de otra especie Pinus sylvestris, perteneciente también a la familia Pinaceae.
Debido a que el ADN de madera se encuentra en poca cantidad y está muy degradado, este equipo también ha puesto a punto un proceso basado en la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), para determinar la calidad del ADN extraído.
Las tasas de éxito obtenidas para cada una de las especies fueron variables, en el caso del pinsapo se obtuvo un 46,2 por ciento, en el cedro un 72,4 por ciento y, por último, en el control de madera procedente de individuos vivos, se obtuvo un cien por cien. Aquellas muestras con amplificación positiva en la PCR de valoración de la calidad del ADN se utilizaron para probar la utilidad del mismo mediante otra PCR con marcadores moleculares, obteniéndose resultados prometedores en cuanto a la funcionalidad del ADN.
“Estos resultados nos abren un camino inexplorado, el de las bases moleculares de las coníferas que rigen su respuesta frente a cambios ambientales, como los producidos por el cambio climático”, añade Méndez. (Fuente: UCM / DICYT)