El estudio de un coprolito (heces fosilizadas) de un puma descubierto en el refugio paleontológico y arqueológico de Peñas de las Trampas, en la provincia de Catamarca (Argentina), ha revelado el ADN más antiguo de un parásito, con una edad de entre 16.570 y 17.000 años.
Este material genético pertenece a unos huevos de la lombriz Toxascaris leonina, una especie que todavía es común encontrar en los sistemas digestivos de gatos, perros y zorros, según explica a Sinc la bióloga Romina Petrigh, de la Universidad Nacional del Mar de Plata (Argentina).
Petrigh, junto a Martín Fugassa, lidera el equipo multidisciplinar del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que ha llevado a cabo esta investigación, publicada en el último número de la revista Parasitology.
En ella, se utilizaron análisis de ADN mitocondrial para confirmar que el coprolito provenía de un puma (Puma concolor) y que los huevos pertenecían a esta especie de ascáride.
“Este hallazgo representa el registro más antiguo de una secuencia de ADN antiguo para un parásito nemátodo gastrointestinal de mamíferos silvestres, el registro de ADN más antiguo del mundo para un parásito y también una nueva edad máxima para la recuperación de ADN antiguo de este origen”, detalla la autora.
Según Petrigh, las extremas condiciones de aridez, bajas temperaturas y altas concentraciones de sal, propias de la zona, habrían ayudado a reducir la descomposición del material y habrían permitido su conservación durante tanto tiempo.
Este descubrimiento también ha confirmado la presencia de pumas en la provincia al final del Pleistoceno. “Esto tiene implicaciones significativas para la historia natural de la región, así como para inferir el contexto ecológico inmediatamente antes de que los primeros exploradores humanos se aventuraran en el área”, añade la investigadora.
Además, el estudio muestra que estas lombrices microscópicas estaban infectando la fauna de Sudamérica antes de la llegada de los primeros humanos a la zona, hace unos 11.000 años.
“La interpretación común es que la presencia de T. leonina en los carnívoros silvestres de América hoy en día es una consecuencia de su contacto con perros o gatos domésticos, pero este trabajo muestra que ya no debe suponerse como la única explicación posible”, concluye la investigadora. (Fuente: María G.Dionis / SINC)