El antiinflamatorio ácido mefenámico, utilizado ampliamente en el combate contra la dismenorrea, el dolor menstrual, se mostró eficaz en el tratamiento de la esquistosomiasis.
En experimentos realizados en la Universidade Guarulhos (en el estado de São Paulo, Brasil), con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo – FAPESP, este medicamento disminuyó más de un 80% la carga parasitaria en ratones infectados con el gusano Schistosoma mansoni. Este índice supera el denominado patrón oro estipulado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para nuevos medicamentos.
Los resultados de esta investigación, publicados en la revista EbioMedicine, del grupo Lancet, sugieren que el ácido mefenámico puede ser más eficiente que el único medicamento existente para la enfermedad actualmente: el praziquantel. Pero, para que este antiinflamatorio pueda recetarse contra la esquistosomiasis, se hará necesaria la realización de ensayos en humanos portadores de esta afección.
Este descubrimiento se realizó con base en un estudio de reposicionamiento de fármacos llevado a cabo en el Núcleo de Investigación de Enfermedades Olvidadas de la Universidade Guarulhos. Se analizaron 73 antiinflamatorios no esteroideos comercializados en Brasil y en otros países. De todos los medicamentos puestos a prueba, cinco mostraron eficiencia en el tratamiento de la infección, y los resultados del ácido mefenámico fueron los más prometedores.
“Las pruebas in vitro demostraron que el ácido mefenámico afectó la motilidad y la viabilidad del parásito, y también indujo un gran daño tegumentario [en la superficie]. Aún no se sabe precisamente cuál es el mecanismo de acción del ácido mefenámico en este tipo de infecciones, pero eso no es lo importante ahora, pues los mecanismos de los fármacos que se aplican en el tratamiento de las helmintiasis tampoco han sido dilucidados. Por eso los estudios de reposicionamiento de fármacos son tan importantes cuando se trata de enfermedades desatendidas como la esquistosomaisis”, dijo Josué de Moraes, docente de la Universidade Guarulhos y autor del artículo.
La esquistosomiasis afecta a más de 240 millones de personas en todo el mundo, de acuerdo con la OMS, y desde hace 40 años existe un solo único fármaco que ha venido aplicándose en el tratamiento de la enfermedad.
“Aparte de que el praziquantel no actúa contra los gusanos jóvenes, tiene sus limitaciones en lo que a eficacia se refiere. Después de tanto tiempo sin ningún tratamiento alternativo, y como el praziquantel se receta tanto para humanos como en uso veterinario, es de esperarse que el parásito haya adquirido resistencia a la droga”, dijo.
El ácido mefenámico se mostró más eficiente en comparación con el praziquantel, pues actúa también en la fase larvaria del platelminto.
“Actualmente se debe esperar que los gusanos jóvenes presentes en el paciente se vuelvan adultos para que el fármaco haga efecto. Esto significa que, si el tratamiento no se repite, el ciclo de vida del parásito no se interrumpe y el individuo sigue padeciendo la enfermedad. Las personas infectadas, en una situación de saneamiento inadecuado o inexistente, tienden a contribuir para la propagación de los helmintos en el ambiente y, por consiguiente, exponen a la población al riesgo de infección. Resulta claro que lo ideal sería que se cuente con un saneamiento adecuado, pero el ácido mefenámico puede ser importante en este aspecto de la prevención también”, dijo De Moraes.
De Moraes destaca que los estudios de reposicionamiento de fármacos se han vuelto más comunes, sobre todo en lo relacionado con las enfermedades desatendidas, aquellas que, aunque afectan a una parte significativa de la población, carecen de estudios, vacunas y tratamientos más avanzados.
Tal es el caso de la esquistosomiasis, cuya transmisión está vinculada con los lugares que carecen de un saneamiento básico adecuado y con el contacto con agua donde hay caracoles infectados por los gusanos. Una vez infectado, el Schistosoma se aloja en las venas del mesenterio y en el hígado del paciente.
Esta enfermedad, que aún no tiene una vacuna –existen estudios avanzados que se llevan adelante en la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), de Río de Janeiro–, es asintomática durante las primeras dos semanas, pero puede evolucionar y causar problemas crónicos de salud y la muerte.
“El descubrimiento y el desarrollo de un nuevo fármaco cuestan en promedio 1.500 millones de dólares, un monto inexistente para las enfermedades desatendidas. No hay interés comercial. Por eso estamos abocados a la búsqueda de una acción contra el parásito en fármacos ya existentes y comercializados. Esto permite cortar camino en una serie de etapas, toda vez que no es necesario realizar ensayos clínicos de toxicidad, de interacción medicamentosa y otros. Sigue habiendo la necesidad de hacer ensayos en humanos, pero no todos. El proceso en general se vuelve mucho más barato”, dijo De Moraes.
El grupo del Núcleo de Investigación de Enfermedades Desatendidas de la Universidade Guarulhos también analizó el efecto de 13 diuréticos ampliamente comercializados en el helminto Schistosoma. Y los resultados salieron publicados en la revista Antimicrobial Agents and Chemoterapy, de la American Society of Microbiology.
Entre los diuréticos, la espironolactona, recomendada en el tratamiento de la hipertensión, fue la única sustancia que en las pruebas in vitro mostró una acción contra el parásito. “Sin embargo, en la comparación entre ambos estudios, el ácido mefenámico sigue siendo el más eficiente”, dijo De Moraes. (Fuente: AGENCIA FAPESP/DICYT)