A partir de ensayos en laboratorio, se observó que el veneno completo de ‘Micrurus lemniscatus’ y ‘M. sangilensis’ en el ensayo de citotoxicidad redujeron células vivas tumorales al 30 %, lo cual abre una ventana en la investigación con componentes específicos del veneno frente al cáncer de seno.
Así lo comprobó la investigadora Janeth Alejandra Bolívar, magíster en Toxicología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien comenta que los venenos de las serpientes del género Micrurus, o corales verdaderas, son conocidos principalmente por sus efectos neurotóxicos, pero no por sus posibles aportes a la salud.
Aunque el efecto del veneno ejerce un bloqueo sobre la placa neuromuscular al lesionar a una persona, desencadenando en el peor de los casos una parálisis respiratoria y la muerte, esta sustancia tóxica podría inhibir la proliferación de células.
“Este estudio se desarrolló con el veneno de tres especies de serpientes del género Micrurus del país: M. medemi, ‘M. sangilensis’ y ‘M. lemniscatus’. Solo la sustancia tóxica de ‘M. medemi’ no presentó un resultado tan marcado en las células tumorales frente a los otros dos venenos”, comenta la investigadora.
En este mismo estudio se demostró que el veneno de M. medemi es el de mayor letalidad, requiriendo menos microgramos de veneno inyectado para producir la muerte en 48 horas respecto a los venenos de ‘M. lemniscatus’ y ‘M. sangilensis’.
“Realizamos una caracterización parcial del veneno dentro de la cual evaluamos la actividad tóxica del veneno completo, mediante pruebas de letalidad en ratones y pruebas de citotoxicidad sobre un cultivo primario de neuronas hipocampales de rata”, explica sobre el proceso.
No obstante, aclara que el veneno de M. lemniscatus presentó un mayor efecto citotóxico sobre el cultivo de neuronas, posiblemente debido a una mayor afinidad de este con el tejido nervioso.
El estudio resulta oportuno debido a que los venenos de las serpientes del género Micrurus han sido poco estudiados por la dificultad para recolectarlos y mantenerlos, y por que las cantidades producidas por individuo son bajas.
“M. medemi y M. sangilensis son especies endémicas de Colombia, ubicadas en las regiones Orinoquia y Andina, y sus venenos no han sido objeto de estudio hasta el momento.
M. lemniscatus se distribuye en la Región Andina, en la cuenca amazónica y del Orinoco. La mayoría de estudios para esta especie se ha desarrollado con poblaciones de Brasil, aunque este año se encontró uno con veneno realizado en Leticia; aun así es poco lo que se conoce de las especies colombianas”, comenta la investigadora.
Para el estudio se emplearon venenos liofilizados de M. medemi de la Región Orinoquia, ‘M. sangilensis’ de la Región Andina y ‘M. lemniscatus’ de la Región Amazónica de Colombia, procedentes del Banco de Venenos del Instituto Nacional de Salud. El veneno liofilizado fue almacenado a temperaturas inferiores a -20 °C para su conservación en el laboratorio del Grupo de Investigación en Proteínas (GRIP) de la UNAL.
La investigadora comenta que en 2018 el boletín epidemiológico del Sivigila registró 4.441 casos clínicos confirmados de accidente ofídico, de los cuales 63 fueron ocasionados por serpientes del género Micrurus; en 2019 este sistema ha reportado 3.028 casos y 32 casos correspondientes a Micrurus.
“El veneno de las serpientes es una mezcla compleja de componentes orgánicos e inorgánicos que generan diversas manifestaciones metabólicas y fisiológicas ocasionando alteraciones en la homeostasis, encaminado a la inmovilización, digestión y muerte de la presa por parálisis respiratoria o cardíaca, para su alimentación, o como mecanismo de defensa”, indica.
En el caso de los venenos de las serpientes del género Micrurus, estos son conocidos especialmente por sus efectos neurotóxicos, al unirse al receptor nicotínico de manera competitiva en la unión neuromuscular o mediante la alteración de la liberación de acetilcolina en la neurona presináptica, llevando en cualquiera de las dos situaciones a una parálisis respiratoria de su presa o muerte del paciente si no se realiza un tratamiento adecuado y oportuno.
Cabe señalar que en Colombia existen 28 especies, pero solo se han desarrollado investigaciones con seis venenos de especies del país, entre las cuales se encuentran ‘M. mipartitus’, ‘M. dumerilii’, ‘M. dissoleucus’, ‘M. lemniscatus’, ‘M. spixii’ y ‘M. surinamensis’. (Fuente: UN/DICYT)