Los lagartos se encuentran o distribuyen por zonas muy diversas, se ha comprobado que en la única región del mundo en la cual no existen lagartos es en la Antártida, esto debido a que para su subsistencia necesitan de clima cálido porque son de sangre fría.
Tienen la capacidad de hacer cambios cuando se encuentran en climas fríos para reducir las funciones corporales. Como las especies de lagartos son tan diversas de allí la variedad de lugares donde viven los lagartos, las más pequeñas pueden encontrarse bajo rocas o en las grietas de peñascos o paredes, es común verlos “tomando el sol”.
Los lagartos de climas fríos son los más afectados por el cambio climático
Un estudio internacional ha demostrado que los lagartos de climas fríos son los más afectados por el cambio climático. El aumento de las temperaturas conlleva una menor humedad, por lo que el cambio climático genera ambientes que no pueden soportar. El análisis evolutivo ha mostrado que las especies de lagartos surgidas en ambientes tropicales y que se han extendido a climas templados se han ido adaptando al frío, con su fisiología muy vinculada al clima, por lo que son muy sensibles a los aumentos de temperatura y vulnerables ante el cambio climático. Los resultados del estudio, en el que han trabajado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, se publican en la revista Nature Communications.
“Hemos descubierto en estos lagartos un fuerte ajuste entre la fisiología y la temperatura ambiental y esto probablemente los hace muy sensibles al calentamiento global”, dice Joan Garcia-Porta, investigador del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF) y actualmente de la Universidad de St. Louis en Washington (Estados Unidos).
“Las lagartijas hoy adaptadas a ambientes de montaña en zonas mediterráneas como la Península Ibérica, donde el calentamiento del clima se predice que va a ser especialmente intenso, confrontarán problemas no sólo de reducción en la extensión de hábitats favorables, sino posiblemente de competencia con otras especies más adaptables; esto puede afectar a valiosos endemismos como el lagarto verdinegro (Lacerta schreiberi) o varias especies del género Iberolacerta”, señala Ignacio de la Riva, investigador del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.
El estudio ha analizado la fisiología de 50 especies y ha determinado que las especies de los lacértidos de climas no tropicales se han ido adaptando evolutivamente al frío, pero no al calor. Muchos de ellas se originaron en climas cálidos del pasado, pero desde entonces se han adaptado a medida que la Tierra se enfrió y se extendió a otras regiones. “La historia de los lacértidos no tropicales va de la persistencia contra el frío. No ha habido precedentes en su evolución para hacer frente al calor o a las condiciones secas durante millones de años”, dice Katharina Valero, profesora de la Universidad de Hull, Reino Unido.
Miguel Vences, coautor y profesor de biología evolutiva en la Universidad Tecnológica de Braunschweig (Alemania), comenta: “Fue sorprendente descubrir cuán prolijamente se adaptan estas especies a su entorno. Su fisiología, tamaño de distribución, riqueza de especies e incluso tasas de mutación: todo se correlaciona fuertemente con las temperaturas que experimentan en la naturaleza”.
El estudio utilizó métodos de secuenciación de ADN de última generación y análisis de fósiles para reconstruir la evolución de 262 especies de lagartijas de la familia de los lacértidos. Según Iker Irisarri, investigador del CSIC en Madrid, que contribuyó en esta metodología: “nuestros nuevos análisis genómicos determinaron cómo se relacionan este grupo uno con cada uno en términos evolutivos, y cuándo se originaron”.