El brócoli y las coles de Bruselas aportarían el antioxidante necesario para fortalecer el miocardio, protegiéndolo de un posible infarto, informó Alejandro Silva Palacios, doctor en Biología Experimental por la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) (México), quien investiga sobre los efectos de estas moléculas para determinar la viabilidad de su uso cotidiano.

 

La confirmación de esta hipótesis –si bien la indagación aún se encuentra en fase experimental–significaría un gran avance para el tratamiento de padecimientos cardíacos, subrayó el especialista, quien por ahora experimenta con ratas Wistar, un modelo adecuado para este tipo de intervención a nivel celular.

 

“En el laboratorio tenemos un conjunto de proyectos, aunque la línea que persigo –junto con las doctoras Mina Königsberg, académica del Departamento de Ciencias de la Salud de la citada sede universitaria, y Cecilia Zazueta Mendizábal, científica del Instituto Nacional de Cardiología– es sobre el papel de los antioxidantes como posibles mecanismos de protección en un modelo de infarto al miocardio”.

 

Si estas moléculas son capaces de disminuir el daño podrían –en un futuro cercano– ser blanco terapéutico para aplicarse en estudios clínicos. Por ejemplo, la sustancia contenida en esos vegetales verdes denominada científicamente sulforafano limitaría el riesgo de padecer una cardiopatía, retrasando el peligro de ser víctima de un infarto al miocardio o, si ocurriera, aminoraría el deterioro, precisó en entrevista el egresado de la Casa abierta al tiempo, que en 2018 realizó una estancia académica en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III, de España.

 

La propuesta del doctor Silva Palacios es someter los cardiomiocitos a hipoxia/re-oxigenación, es decir, colocar las células del músculo cardíaco –capaces de contraerse en forma espontánea e individual– en un suceso de falta de oxígeno y de reoxigenación, con lo cual puede determinarse si es viable la prevención de un ataque al órgano.

 

“Trabajamos mecanismos de reparación y prevención para reducir la afección a lípidos y proteínas que mantengan la célula en un estado prooxidante y de esta manera los animales que presentan estos problemas conservarán un nivel fisiológico”, afirmó el universitario que durante seis meses abordó este proyecto en el Laboratorio de Genética Funcional del Sistema de Fosforilación Oxidativa, a cargo del doctor José Antonio Enríquez, en Madrid, España, con una beca del Instituto Mexicano de la Juventud.

 

Dado que cualquier corazón es viable de someterse a estos experimentos, “lo que hacemos es detener un infarto agudo con esta molécula, lo cual ayuda a visualizar el daño producido a nivel de la obstrucción de una arteria y, a través de ensayos, nos facilita determinar qué tan buenas pueden ser estas moléculas”, por lo que en términos coloquiales puede deducirse que el brócoli y las coles de Bruselas son benéficas para este órgano, aunque en realidad la misión doctoral es más compleja, extensa y detallada.

 

En Madrid concentró sus esfuerzos en evaluar el efecto del sulforafano en la mitocondria y encontró que al valorar proteínas implicadas en procesos que las involucran, aquélla permanece en “una dinámica mitocondrial como un buen mecanismo de protección” e íntegra para entonces dar esa fuerza al tejido cardíaco, lo que significa “mantener al corazón en un estado fisiológico” de preservación.

 

Al aplicar esta molécula al modelo animal, el tamaño del infarto disminuye en forma significativa y eso indica que el sulforafano sí funciona, aun cuando todavía no es oportuno celebrar, pues falta efectuar experimentos en humanos cuyos resultados podrían variar.

 

Este trabajo está en la fase de investigación básica, así que no ha sido empleado en enfermos, pero pretende sentar las bases de mecanismos nuevos de atención a los padecimientos de ese tipo y hallar un campo de la biología celular innovador para entender los procedimientos por los cuales la mitocondria está involucrada en cuidar el corazón, puntualizó.

 

“El siguiente paso sería intentar suministrarlo a pacientes que crucen por un infarto agudo al miocardio, lo que representaría la cima de la indagación, puesto que muchas veces la forma de administración de esas moléculas es intravenosa y lo que nosotros intentamos es que pueda ser directo al corazón para acortar riesgos, por lo que necesitamos la colaboración de especialistas clínicos en este tipo de intervenciones, porque de lo contrario nos quedamos en el nivel básico”, lo que es interesante, pero siempre debe ampliarse a la medicina cotidiana.

 

De comprobarse la premisa del doctor Silva Palacios, la frase “aliméntate sanamente resultaría muy cierta”, ya que el consumo de verduras, sobre todo crudas, es benéfico para la salud y en este caso se tendría información precisa respecto de los usos médicos del brócoli, que además elimina el colesterol malo del organismo por su alto contenido de fibra, con lo que de entrada previene enfermedades cardiovasculares y protege la salud del corazón.

 

El maestro en Biología Experimental por la Casa abierta al tiempo expuso que en México se realiza labor científica de alto nivel, sin embargo, la experiencia de someterse a un régimen educativo y laboral fuera del país abre otro panorama; también informó que radicó seis meses en Madrid en una extensión de su cometido doctoral en el CNIC-Carlos III, especializado en patologías cardíacas, por lo que amplió sus conocimientos sobre el estudio a nivel celular.

 

Entre otras funciones realizó trabajo de escritorio para desempeñar entrenamientos y cursos en bioseguridad, antes de iniciar los experimentos en el plano celular; en un segundo periodo analizó células MEF (Mouse Embrionary Fibroblast, por sus siglas en inglés) con el objetivo de estandarizar las técnicas de uso del cultivo primario de cardiomiocitos y, en una tercera etapa suministró sulforafano en cultivos primarios de miocitos de ratones de cero a tres días de nacidos. Todos los análisis involucraron técnicas de vanguardia y equipo de alta tecnología en el CNIC.

 

El especialista busca ahora posicionarse en un laboratorio nacional para continuar con su misión científica, aun cuando sostiene que México no ofrece muchas oportunidades de empleo para investigadores, advirtiendo que si no se invierte en la ciencia se perderá a profesionales y se gastará más en salud pública. “Dedicarse a la indagación es una tarea difícil que hay que sobrellevar día a día, pero está en nosotros adquirir otros saberes y ampliar nuestra perspectiva” con estancias internacionales. (Fuente: UNAM/DICYT)

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