La Dionaea muscipula es una pequeña planta cuya estructura está formada por una roseta de 4 a 8 hojas que surgen de un corto tallo subterráneo de forma bulbosa. Cada tallo alcanza una altura máxima de entre 3.5 a 10 cm, dependiendo de la época del año,2 las hojas más largas con trampas robustas se forman normalmente después de la floración.
Su estructura de captura está formada por la porción terminal de cada hoja dividida en dos lóbulos que contiene tres diminutos pelos sensitivos sobre la superficie interna. Cuando la posible presa hace contacto con uno de estos pelos la trampa se activa, pero solo se cierra si el contacto se repite en cualquiera de ellos dentro de los siguientes veinte segundos.
Sin embargo, como las venus viven en suelos ácidos y anegados que no tienen muchos nutrientes, en lugar de absorber nitrógeno y fósforo a través de sus raíces, necesitan tomar prestado algo de los insectos.
La escena ya la conocemos: la víctima entra en la trampa, posiblemente atraída por el tono rojo brillante o el aroma fragante y afrutado que desprende, casi pareciendo dar la bienvenida a su cena.
Lo que ocurre después es una alucinante evolución de la planta, la cual cuenta con una especie de pelos muy sensibles al tacto (los cilios detectores). Cuando se ejerce demasiada presión como para doblar estos pelos, se activa una señal eléctrica, como las corrientes eléctricas en nuestro cerebro.
Dicha señal comienza la cuenta regresiva, y si el insecto roza contra otro cabello, en solo 100 milisegundos, aproximadamente cuatro veces más rápido de lo que puedes parpadear, la trampa se cierra de golpe con la presa en el interior. Como explica el experto a Science Insider:
La trampa pasa rápidamente de convexa a cóncava en cada lado, y las pequeñas puntas largas en los bordes se enclavan para formar una especie de jaula. Entonces el insecto trata de escapar, y es exactamente lo que la planta quiere.
Porque cuanto más lucha el insecto, más golpea los cilios, y más se cierra la trampa. Y después de una o dos horas, la trampa se bloquea por completo. En este punto las células en los bordes secretan humedad, lo que pega los bordes para formar un sello hermético.
Para entonces, la trampa ya no es una boca, es un estomago. Los jugos digestivos inundan el compartimento cerrado, disolviendo los órganos blandos del insecto, momento en que el revestimiento de la trampa absorbe ese fango rico en nutrientes.
Aproximadamente una semana después, todo lo que queda es una especie de cáscara vacía: el exoesqueleto del insecto.
La naturaleza en este punto se reinicia, la hoja se desprende de su tallo para dar lugar a una nueva, y la trampa se abre de nuevo, lista para su próxima cena.