Se intenta cambiar los términos del debate de la economía climática, más centrada en ponderar los costos de la acción vs inacción ante el calentamiento global. JUAN ANTONIO LE CLERCQ En un contexto internacional marcado por la irrupción del Estado Islámico, el conflicto entre Rusia y Ucrania, la crisis humanitaria y sanitaria desatada por el Ébola, así como el referéndum sobre la independencia de Escocia, el cambio climático y la necesidad de una respuesta internacional más efectiva también suben de tono esta semana. Luego de los intensos debates provocados por la presentación del AR5 del IPCC al respecto de escenarios de crecimiento en las emisiones globales y proyecciones sobre su impacto económico, un reporte publicado la semana pasada por PriceWaterHouseCoopers, señala que la tendencia de crecimiento en las emisiones globales de CO2 nos coloca en una trayectoria de calentamiento global promedio de 3ºC, un grado por encima del objetivo global de contener el aumento en la temperatura en sólo 2ºC. Mientras que la Organización Meteorológica Mundial advirtió que en 2013 se alcanzó el aumento anual más alto en emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) hacia la atmósfera desde 1984. Un reporte también sumamente relevante, bajo el título “Mejor Crecimiento, Mejor Clima”, fue presentado apenas el 16 de septiembre por la Comisión Global para la Economía y el Clima, presidida por Felipe Calderón. El documento intenta cambiar los términos del debate de la economía climática, más centrada en ponderar los costos de la acción vs inacción ante el calentamiento global y pone el acento en las oportunidades y sinergias existentes entre el crecimiento económico y la reducción de emisiones GEI. La apuesta de la Comisión es por la descarbonización de la economía a través de una inversión más inteligente en infraestructura, innovación tecnológica y eficiencia en el uso de recursos, combinados con mercados competitivos y señales de política pública adecuadas. Las áreas con mayor oportunidad para generar un crecimiento bajo en emisiones son el desarrollo de ciudades sustentables, el uso del suelo y la generación y consumo de energía. El reporte representa un enfoque muy optimista y no sólo señala que es posible crecer y generar empleo en forma sostenible y equitativa, calcula que de cumplirse con sus recomendaciones sería posible alcanzar una reducción de hasta 90% de las emisiones necesarias en el 2030 para contener el incremento en la temperatura en 2ºC y con ello evitar consecuencias impredecibles para la humanidad. Veremos cómo interpreta la comunidad internacional esta información en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima a la que ha convocado el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, en un intento por impulsar una mayor voluntad política de los líderes mundiales ante dos fechas clave: la obligación de las partes de presentar sus metas de reducción de emisiones el próximo mes de marzo y, por supuesto, la COP 21 a celebrarse en Paris del 30 de noviembre al 11 de diciembre de 2015, y de la cual en principio deberíamos esperar que se cumpla el compromiso de un nuevo acuerdo global de carácter vinculante, más efectivo, eficiente y equitativo. En lo personal soy escéptico ante las perspectivas de que esta Conferencia arroje algo relevante. Habrá que esperar muchos discursos, jerga diplomática y muy pocas acciones concretas de parte de gobiernos que tienen pocos incentivos en poner sus fichas sobre la mesa antes de diciembre de 2015. Mucho más interesante será observar la manifestación ciudadana (People´s Climate March) a celebrarse en Nueva York el próximo domingo, convocada por más de 1,400 organizaciones y en la que están involucrados activistas como Bill McKibben y Naomi Klein (http://peoplesclimate.org/march/). Al igual que el reporte de la Comisión Global para la Economía y el Clima, los organizadores de esta marcha enfatizan la necesidad de vincular las acciones climáticas con el desarrollo económico, aunque en este caso desde una perspectiva centrada en justicia ambiental y responsabilidad social. El objetivo de esta marcha es activar una movilización global que presione a los gobiernos para que pongan sobre la mesa compromisos serios y no sólo palabras o nuevos comités. Desde su perspectiva, el tiempo de los debates y las cumbres burocráticas ha concluido y existen actualmente suficientes propuestas de solución para responder efectivamente ante la amenaza del cambio climático y aspirar a un mejor futuro. Lo más importante de estos eventos es que comienza a pavimentarse el camino hacia la COP 21, una cumbre climática global en la que comunidad internacional no puede darse el lujo de fracasar nuevamente