NUÑO DOMÍNGUEZ
Unos fósiles que fueron machacados durante la reciente revolución de Túnez han permitido reconstruir una de las mayores migraciones de dinosaurios que se conocen. La historia comenzó en otoño de 2011, cuando un equipo de paleontólogos italianos y tunecinos descubrió varios huesos de un nuevo dinosaurio en la gobernación de Tataouine, al sur del país. Los restos se embalaron cuidadosamente y se enviaron a Túnez, pero, en plena revolución, los saqueadores los rompieron en más de 200 pedazos en busca de objetos valiosos. En 2013, pasadas las revueltas, el mismo equipo volvió a Túnez, restauró las piezas dañadas y rescató más fósiles del mismo dinosaurio.
“Desde el comienzo de las excavaciones nuestro objetivo fue reconstruir su foto de familia e identificar a sus parientes más cercanos”, explica el italiano Federico Fanti, paleontólogo de la Universidad de Bolonia y líder del estudio sobre el nuevo dinosaurio de Túnez, Tataouinea hannibalis. Su equipo hizo réplicas en 3D de los fósiles dañados y además desenterró parte de la cadera y de la cola del dinosaurio en 2013, lo que ha ayudado a caracterizarlo mejor.
El Tataouniea era un dinosaurio herbívoro y con forma de diplodocus, aunque mucho más pequeño, pues medía unos 12 metros de largo. Según Fanti perteneció al grupo de los rebaquisáuridos, una familia cuyos ancestros parecen estar, curiosamente, en América del Sur. ¿Cómo pudieron estos dinosaurios llegar a África?
Según explican Fanti y el resto de su equipo en un estudio publicado en PLoS One, solo hay una explicación posible: una larga migración por tierra que duró unos 30 millones de años y que fue creando especies diferentes a medida que estos dinosaurios conquistaban nuevos hábitats. Los primeros rebaquisáuridos habrían aparecido hace unos 160 millones de años en los espesos y húmedos bosques de Sudamérica. En una zona llena de agua y comida los primeros miembros del grupo eran animales enormes, como el zapalasaurio, de 25 metros de largo y tan alto como un edificio de dos plantas. Fanti mantiene que en el Cretácico Inferior, hace 135 millones de años, los rebaquisáuridos llegaron a África, que por entonces estaba unida a Sudamérica formando el supercontinente de Gondwana. La adaptación a unos hábitats muchos más secos y con menos vegetación para comer hizo que encogieran y se hiciesen mucho más ligeros. De hecho, el Tataouniea tenía los huesos neumáticos, llenos de cavidades de aire, lo que reducía drásticamente su peso, hacía su respiración más eficiente y les facilitaba la vida para moverse largas distancias en busca de alimento, explica Fanti. Estos dinosaurios eran saurópodos, no emparentados con las aves, pero sorprendentemente tenían adaptaciones similares a ellas, señala el paleontólogo. “Este es el único dinosaurio conocido que tenía los huesos de la cadera huecos”, resalta.
El arca de Noé
Unos cinco millones de años después, los rebaquisáuridos llegaron a Europa, que entonces era un conjunto de islas. Cómo lo hicieron es un misterio, pero dinosaurios como el demandasaurio, hallado en Burgos y estrechamente emparentado con el Tataouinea de Túnez, así lo demuestran. “Es posible que el mar en aquella época fuera poco profundo y pudiesen cruzarlo hasta lo que hoy es España”, argumenta Fanti.
José Ignacio Canudo, un paleontólogo de la universidad de Zaragoza experto en rebaquisáuridos de Argentina y España, reconoce que la hipótesis de la migración y la progresiva reducción de tamaño hasta llegar al demandasaurio “es buena”, aunque quedan flecos. “Por aquel entonces África e Iberia estaban separadas por pocos kilómetros de mar, pero era una barrera infranqueable debido a las intensas corrientes”, explica. “Otra opción es que estos dinosaurios llegasen a Europa a bordo de lo que hoy es la península Itálica, que formó parte de África y luego se unió a Europa como una especie de arca de Noé”, señala. Es algo parecido a lo que sucedió con lo que hoy es la India. Además, recuerda, los fósiles de rebaquisáuridos de América son más recientes que los de África y España, advierte. Es muy plausible que el grupo existiese antes en Sudamérica, opina Canudo, pero, por ahora, “no hemos encontrado restos de estos dinosaurios en estratos más antiguos”.
Después de la interrupción por la Primavera Árabe, el equipo de Fanti espera volver a excavar en noviembre a Jebel El Mra, el lugar en el que en 2013 encontraron los nuevos huesos del Tataouinea. Esperan poder seguir trabajando allí también en 2016, lo que posiblemente permita esclarecer más detalles sobre los orígenes de los rebaquisáuridos y su espectacular periplo. “Estamos ante la migración de dinosaurios mejor documentada de la que se tiene constancia”, asegura.