Los drones diseñados para preservar el medio ambiente pueden servir a fines muy distintos, incluso opuestos, pero igualmente benéficos. Si ya vimos cómo los drones permiten reforestar disparando semillas para aprovechar su potencial como plantadores a gran escala, también son idóneos para vigilar las terribles prácticas deforestadoras que están diezmando la masa verde del planeta.
Porque si es importante plantar árboles, no lo es menos intentar por todos los medios que los bosques maduros no acaben despareciendo a golpe de sierra eléctrica, y los drones son un gran aliado tanto para una cosa como para la otra.
En este caso, el diseñador no es un veterano ingeniero, como lo era Lauren Fletcher, líder del mencionado proyecto reforestador, sino Max un estudiante de posgrado de ingeniería de la Universidad de Wake Forest, en Estados Unidos, el culpable de que los madereros ilegales de la selva amazónica tengan un nuevo y temible enemigo.
Cazar a los madereros ilegales
Como es sabido, un dron es un avión no tripulado a pequeña escala, programado para realizar unas u otras acciones y dirigido de forma remota. Gracias a estos artilugios y a la iniciativa de este estudiante, la deforestación será una práctica más difícil de realizar en la clandestinidad.
Además del artilugio de Messinger, obviamente, existen otros similares y en el futuro habrá muchos más destinados a causas verdes. Miles, decenas de miles de ellos… Sin embargo, su contribución a la conservación de la selva amazónica es noticia por formar parte de un proyecto de ayuda la Asociación para la Conservación de la Cuenca del Amazonas en el Perú.
El objetivo es claro: pillar in fraganti a los delincuentes, capturar de forma visual la deforeastación en tiempo real, dando oportunidad de detener la tala cuanto antes. Por lo tanto, no se trata tanto de ver cómo va avanzando el desastre a lo largo del tiempo, algo que también podemos observar gracias a información satelital.
Talas y minería clandestinas
Por muy escalofriantes, concienciadoras y útiles que sean imágenes en time lapse, de poco sirven para prevenir males mayores. Sin embargo, los drones aportan una información mucho mas valiosa si el objetivo es detectar las actividades madereras y mineras ilegales mientras están produciéndose.
Ya son diversas áreas de la región las que se están beneficiando de estos aviones no tripulados para luchar contra estas talas indiscriminadas y actividades mineras clandestinas.
Las sobrevuelan drones diseñados a la medida por Max para ayudar a los pocos guardas que han de vigilar una inmensa área de 145 000 hectáreas conocida como Los Amigos. Se trata de un área muy castigada con actividades de minería de oro y tala ilegal.
Hasta ahora, el modus operandi de los malechores era infalible, pues actuaban con tanta rapidez que se salían con la suya al ser imposible de controlar. Ahora, sin embargo, lo tienen mucho más difícil para seguir mermando la selva tropical.
Gracias a los drones, los conservacionistas llevan alrededor de un año identificando con éxito dónde están ocurriendo las actividades con la suficiente celeridad como para detenerlos, al menos en las áreas protegidas. Básicamente, se han modificado unos aviones de aeromodelismo para que tengan “funciones de piloto automático sofisticados”con una inversión de 5.000 dólares.
Las imágenes que ofrecen son nítidas y se toman mediante una cámara Canon instalada en su interior, con la que puede capturar imágenes y seguir un itinterario de cerca de 17 km (10 millas) marcado a través del un GPS. Mientras la cámara hace su trabajo allí arriba, sobre las nubes, imperceptible, entre los pájaros que escapan al ver la tierra y los árboles temblar. Por suerte, la historia tendrá un final feliz que vendrá como caído del cielo.
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