Cifras de la Autoridad de Aviación Civil (CAA por sus siglas en inglés) muestran que desde 2010 se han registrado más de 1.300 casos de humo o gases dentro de aviones de pasajeros de gran tamaño operados por una aerolínea británica.

Qué se critica? A la altitud a la que vuelan los aviones comerciales, la presión del aire no permite que los seres humanos respiren independientemente. Para superar este problema, se extrae aire comprimido de los motores y, una vez enfriado, se hace circular a la cabina. A esto se le llama “sangrar aire” de los motores. Diagrama de circulación de aire en los aviones Esto no supone un riesgo para la salud en sí mismo. Pero algunos activistas creen que fallas potenciales en los sellos de los motores pueden conducir a que gases producidos por la combustión de aceite, así como fluidos hidráulicos y químicos dañinos llamados organofosfatos -utilizados para lubricar las partes de metal del motor- contaminen el aire. Sostienen que esto puede tener consecuencias negativas para la salud, tanto por los “incidentes de gas” -situaciones puntuales en las que gases de aceite del motor entran a la cabina- como por la exposición frecuente -de bajo nivel, pero de largo plazo- de los viajeros frecuentes. La única excepción sería el nuevo Boeing 787 que usa tecnología “libre de sangrado”. Los activistas llaman a estos efectos “síndrome aerotóxico”, pero las aerolíneas británicas y la CAA sostienen que no hay evidencia científica que muestre que la condición existe. Con qué frecuencia ocurren los eventos de gas? El profesor Alan Boobis, director de la Unidad de Toxicología del organismo de salud pública de Inglaterra (Public Health England), que funciona en la universidad Imperial College de Londres, estima que los incidentes de gas ocurren en “uno de cada 2.000 vuelos (británicos)”. En consecuencia, dicen, ningún estudio ha podido registrarlos. Boobis añade que la información disponible indica que durante potenciales incidentes de gas, los niveles de contaminación del aire “son bajos, y probablemente por debajo de los niveles que afectarían la salud en seres humanos”. Según informes de seguridad entregados a la CAA, entre abril de 2014 y mayo de 2015 hubo 251 incidentes de gas o humo en cabinas de aviones. Estos números sólo incluyen aerolíneas de Reino Unido. Los sucesos reportados por otras aerolíneas no figuran, aún si ocurrieron dentro del espacio aéreo británico. En la medida de lo posible, la BBC eliminó los casos en los claramente hubo una falla debido a equipo defectuoso, como los baños o los sistemas de aire acondicionado. La doctora Jenny Goodman, del Biolab Medical Unit, que ha tratado a muchos miembros de tripulación, dice haber escuchado historias de “viejos apestosos”: aviones en los que la cabina se llena de gases cada vez que se enciende el motor. Goodman explica que aunque el humo se ha evaporado para cuando los pasajeros suben a bordo, los miembros de la tripulación quedan expuestos a la contaminación. El aire en la cabina de un avión está realmente lleno de gérmenes?   Entre los mitos acerca de la aviación civil, uno de los más recurrentes es la transmisión de enfermedades en los aviones. El Ébola, como el caso hace unos años del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo y Grave), no puede llegar a nuestros países a través de los viajeros aéreos infectados, por lo que las autoridades están tomando medidas para limitar el riesgo de que una persona infectada pueda salir de una zona contaminada. Pero aparte de estas situaciones especiales (estar sentado junto a una persona infectada por el virus ébola no es deseable, en un avión o en cualquier otro sitio), ¿el aire de los aviones es realmente tan impuro como nos lo imaginamos?   En realidad, es muy limpio en comparación con el aire que normalmente respiramos. En todos los aviones modernos, los pasajeros respiran una mezcla de aire fresco y de aire reciclado, lo que permite regular la temperatura de la cabina mientras se mantiene un nivel aceptable de humedad. No hay reservas de aire en un avión, pero mientras volamos se puede capturar el aire exterior, extremadamente puro a esta altitud. Obviamente, ese aire no se inyecta directamente en la cabina porque es muy denso y, además, porque está a una temperatura cercana a los -50°C.   El aire exterior es absorbido primero por el motor y pasa a través de sus compresores, lo que conduce a un aumento importante de la temperatura, con dos consecuencias: todos los microorganismos nocivos son destruidos y el aire pierde también casi la totalidad de su humedad. Este hecho es muy incómodo para los pasajeros, ya que nos deshidratamos más rápidamente, nos tira la piel y provoca picor en los ojos. Cabe señalar que no hay contacto directo de ese aire con los gases de combustión y, por tanto, no hay riesgo de respirar vapores del queroseno. El aire se enfría, se comprime y se inyecta en la cabina a la presión atmosférica existente a una altitud de unos 1.600 metros, lo cual es aceptable para todos, incluyendo los asmáticos.   Existen al menos dos sistemas neumáticos de introducción de aire en los aviones. El aire se inyecta desde la parte superior de la aeronave (a través de las rejillas de ventilación y de los aireadores individuales situados por encima de cada asiento) y se aspira hacia debajo del fuselaje. A continuación, el aire es evacuado en dos partes: la mitad se expulsa fuera del avión mientras que la otra mitad vuelve al interior ya filtrado y mezclado con aire fresco cogido directamente del exterior. Según Boeing, los filtros pueden capturar entre 94% y 99,97% (para el B787) de los microbios, una cifra récord. Al final, este ciclo continuo es tan eficaz, que todo el aire del avión se renueva cada dos o tres minutos. Numerosos estudios han demostrado que el aire que respiramos en un avión es mucho más limpio que el existente en cualquier otro medio de transporte o lugar cerrado, incluyendo una oficina con aire acondicionado o una habitación con las ventanas abiertas.   La única queja que podemos tener realmente del aire de un avión es su nivel de humedad: Por lo general se encuentra en valores entre 5-10%, es decir, menos que el del desierto del Sahara. Esta sequedad reduce la eficacia de las mucosas nasales y puede provocar un aumento de la sensibilidad a los virus, las horas posteriores a cada vuelo. Existen sistemas costosos y potentes para humidificar el aire, pero no son muy eficaces y tienen efectos secundarios molestos, como son los problemas de corrosión acelerada o la aparición de gotas de condensación. Las últimas aeronaves diseñadas por Boeing y Airbus (respectivamente el B787 y el A350) tienen en cuenta desde el primer momento la cuestión de la comodidad de los pasajeros. En ellas, el nivel de humedad se duplica, pues supera el 15%, un rendimiento también propiciado por el uso de fibras de carbono resistentes a la corrosión. Se incrementa el riesgo para la salud con la cantidad de tiempo que se pasa volando? Goodman cree que el riesgo de sufrir complicaciones de salud es particularmente grande para empleados de las aerolíneas y viajeros frecuentes. “Si vuelas regularmente, o viajas por trabajo, vas a exponerte a fugas de bajo nivel constantes, de las que puedes o no estar consciente”, explica. Aquellos que toman vuelos de larga distancia son más susceptibles, si lo hacen en forma regular. “Estás atrapado ahí por horas y horas. Estás respirando niveles mucho más concentrados de esas sustancias, y en mucha más cantidad”, añade. El abogado especializado en aviación Frank Cannon cree que los pilotos y la tripulación de cabina enfrentan el mayor riesgo, y que como resultado de su exposición al aire contaminado podrían quedar inhabilitados para volar. Cannon cree que en algunos casos los pilotos están dispuestos a ocultar disfunciones cognitivas o déficits de memoria causados por la baja calidad del aire por miedo a perder sus trabajos, lo que pone a otros en riesgo. En otros casos, dice, los pilotos pueden no estar conscientes de los síntomas, lo que significa que igualmente siguen volando cuando no están en condiciones de hacerlo. El profesor Boobis dice que la posibilidad de que haya efectos a largo plazo por la exposición repetida a incidentes de gas es un área que necesita más investigación. Cuáles son los síntomas? Goodman dice que el síntoma aerotóxico afecta el sistema nervioso central y el cerebro en particular. Mientras que variaciones genéticas hacen que no todos experimenten los mismos síntomas, la naturaleza de los químicos presentes en el aire contaminado pueden “disolver nuestras membranas celulares, penetrar nuestras células y, en consecuencia, entrar a todos los sistemas del cuerpo”, asegura. La variedad de síntomas incluirían migraña, fatiga, dificultad para pensar, dolores en las articulaciones y músculos, problemas para respirar, problemas digestivos y hasta un incremento en el riesgo de cáncer de mama para las mujeres. Añade que muchos doctores no identifican la relación con volar en aviones y prescriben antidepresivos de forma equivocada. Pero el profesor Boobis piensa que los niveles de químicos en la cabina después de una filtración son “similares a los que pueden ocurrir en la casa o lugar normal de trabajo” y no representan un riesgo serio para la salud. Boobis afirma que los síntomas que describe Goodman podrían ser el resultado de un “efecto nocebo”, en el cual un individuo cree falsamente que se ha visto afectado por un químico despúes de oler algo en la cabina, probablemente combustible. El especialista cree que esto puede llevar a “problemas serios de salud” por sí mismo y no debe ser ignorado. Pero, agrega, no debe se malinterpretado como un síndrome aerotóxico

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