El abeto es uno de los grandes símbolos de la Navidad. Para muchos, ponerlo y encender sus lucecitas marca el inicio de las fiestas. ¿Y tú, prefieres poner tus guirnaldas en un árbol natural o artificial? Si buscas una opción eco-amigable es importante tener en cuenta los pros y los contras de uno y otro para hacer la mejor elección intentando minimizar los inconvenientes. Eso sí, como siempre, olvidarse del asunto es lo mejor para el planeta. Como es fácil de entender, prescindir de él es la alternativa realmente ecológica. O, si no deseamos hacerlo, hacer nuestra particular versión de árbol navideño sirviéndonos del reciclaje creativo. En este post vamos a repasar los aspectos positivos y negativos de los árboles naturales y artificiales para ayudarte a elegir la más eco-amigable en tu caso. Porque no todo es blanco o negro, y también en esta ocasión hay una serie de factores a tener en cuenta para hacer la elección idónea en cada caso. Pros y contras del árbol natural Hay un par de razones obvias que hacen del árbol natural una opción fantástica. La primera, que ya lo tengamos plantado en nuestro jardín. No es habitual, pero tampoco algo insólito. Sin embargo, incluso en estos casos puede querer elegirse otro árbol para el interior. Aprovechemos el árbol que tenemos para decorarlo, incluso con lucecitas de exterior. El resultado será espectacular, sobre todo si nieva podremos disfrutarlo al llegar a casa, cuando estemos en el jardín y también mirando desde las ventanas. También es posible comprarlo para luego transplantarlo, bien en el jardín o en un buen macetón, en cuyo caso hemos de tener en cuenta una serie de consejos para no fracasar en el intento. Entre otros, elígelo con raíz, pues la mayoría los venden sin ellas y además transplántalo desde el primer momento si va a estar en casa, bien en el jardín o la terraza. Además, infórmate sobre la especie pues muchas de ellas pueden alcanzar proporciones enormes, de hasta 40 metros de altura. Hay más de medio centenar de especies, entre las que te recomendamos el abeto de Corea (alcanza entre los 2 y los 5 metros) o el Abies fraseri, que ronda los 20 metros. Sus cuidados son sencillos. Intenta ubicarlo a pleno sol o en un lugar donde tenga sombra parcial, a ser posible en suelos profundos y húmedos. Habrá que protegerlo del calor aumentando la frecuencia de riego en verano y evitando los lugares donde las heladas sean frecuentes. Como ventajas, por lo tanto, está su estética natural. Un abeto real transmite una sensación de naturaleza que no puede compararse con la de los árboles artificiales. Sin embargo, muchos están realmente conseguidos. Si no vamos a darle salida al árbol, antes de que acabe en el contenedor de la basura pensemos en si realmente lo necesitamos. Además de cargarnos el árbol, el precio ambiental que pagamos debería hacerlos reflexionar al respecto. ¿Realmente nos compensan sus ventajas? Si tenemos la suerte de tener un abeto vivito y coleando durante todo el año o decidimos plantarlo, vestirlo de gala durante estos días convierte la opción en una gran idea. Yendo más allá, el cultivo de abetos mediante agricultura intensiva provoca un importante impacto en los ecosistemas, reduciendo la biodiversidad. El monocultivo altera el ecosistema, por lo que comprarlo es alentar este tipo de industria. Otro importante inconveniente a considerar. Pros y contras del árbol artificial La opción del árbol artificial no es todo lo amigable que podríamos pensar. Por un lado, es cierto que nos evita comprar el natural, con todo lo que ello conlleva a nivel ambiental, pero no es oro todo lo que reluce. A su vez, el árbol artificial es útil si en casa hay alérgicos y además podemos reutilizarlo varias Navidades. Siendo cuidados, lucirá perfecto año tras año. Sin embargo, la huella de carbono no es ligera, precisamente. Comparada con la del árbol natural incluso es superior, siempre y cuando lo limitemos a unos cuantos usos. Los materiales utilizados para su fabricación son de la industria petroquímica y en muchas ocasiones se fabrican en países asiáticos, con lo que la huella de carbono del transporte es elevada. ¿Y qué tal si los recicláramos? No sería mala idea, siempre que se encontraran modos que no implicaran quemarlo, ya que libera gases nocivos. Así pues, resulta ventajoso a nivel ambiental solo si lo reutilizamos años y años. Según los expertos, un mínimo de 20 años para poder considerarse sostenible frente a la opción del árbol natural. Alternativas eco-amigables Si queremos una opción sostenible o sacamos el árbol de Navidad que tenía la abuela en el desván o plantamos un árbol en el jardín procurándole los cuidados necesarios. O, cómo no, tiremos de magín y optemos por el reciclaje creativo. ¿Posibilidades? Todas las del mundo: en cuestión de tamaños, materiales, colores… ¿Qué tal si lo hacemos comestible y lo servimos como postre? ¿O por qué no hacer una pila de libros con arte y salero, decorados con espumillón y coronados por la típica estrella navideña? Idealmente, diseñemos nuestro árbol para durar y durar… Hacer reciclaje para crearlo y luego reutilizarlo año tras año es una bonita manera de felicitar las Navidades a nuestro planeta. Por cierto, usar el mismo árbol cada año puede no ser nada aburrido. ¿Para qué está el reciclaje creativo? Partir del árbol del año anterior para darle un nuevo aire será todo un desafío. ¿Aceptas el reto? Fuente:ecologiaverde